Antero Duks
Octubre / 2007
Una minoría ideologizada y carente de sentido común se impuso en la Asamblea Legislativa y pasó por encima de los derechos humanos del más indefenso de todos los seres humanos: el recién concebido.
Ignorando todo el reclamo social serio y bien fundamentado, los perredistas y priístas defendieron el "derecho" individualista de deshacerse de otra persona, siempre que esta indefensa persona (un bebé recién concebido) le estorbe a otra (su madre).
El aborto… ¿y el derecho a la vida?
Las consecuencias de la despenalización del aborto no tienen límite. Cualquier madre puede abortar o deshacerse de su bebé recién concebido en cualquier momento y por cualquier motivo. Es decir, una madre puede abortar si el bebé interfiere con sus proyectos personales.
Por lo anterior no es extraño que, por parte de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, se haya presentado una acción de inconstitucionalidad para defender a los bebés recién concebidos. Este recurso presenta argumentos que demuestran legalmente cómo La Constitución Mexicana valora y defiende el derecho a la vida como el principal de los derechos. Además, demuestra de forma clara que el Estado está obligado a otorgar protección y acceso a la salud de la madre y el hijo desde el momento de la gestación.
Los derechos de la mujer
Como hemos mostrado en este medio, hay intereses de fondo que se esconden bajo el argumento del derecho de la mujer para decidir lo que hace con su cuerpo. Sin embargo, quienes defienden este derecho no aplican el sentido común y no quieren reconocer que un recién concebido ya tiene toda la información genética que lo hace ser distinto a su madre, incluso hay ocasiones en que existe una manifestación tan evidente como es tener un tipo de sangre distinta lo cual comprueba, de manera fehaciente, que el nuevo ser humano no es parte del cuerpo de la mujer.
Nadie está en contra de que la mujer decida hacer con su cuerpo lo que mejor le convenga. De hecho miles de mujeres se hacen tatuajes y se colocan aditamentos de moda que lastiman su cuerpo y no hay nadie que les impida hacerlo y nadie se los impedirá. Por tanto, no se necesita una ley para "otorgarles" un derecho que ya tienen.
Un hecho que resalta es que quienes están a favor de esta ley y muy especialmente las feministas, evitan usar la palabra aborto sustituyéndola por "interrupción del embarazo", como si la forma de decir las cosas cambiara la realidad de las mismas.
El argumento de que quienes estén a favor de la vida están en contra de las mujeres, es total y absolutamente falso. A lo largo de nuestras investigaciones y reportajes, yoinfluyo.com ha demostrado que la mujer que ha abortado sufre daños físicos y psicológicos que son consecuencia y secuela del aborto. Esto daña a la mujer irremediablemente y para toda su vida. Por ello, estar a favor de la vida, incluye también estar a favor de la mujer.
Que se calle la CNDH
Una vez que se aprobó la despenalización del aborto, la CNDH interpuso un recurso de inconstitucionalidad, lo cual provocó críticas de diversos medios hacia su Presidente. Una de las críticas más recurrentes es el hecho de que el Dr. Soberanes profesa la religión católica.
Recordemos que en este país más del 80% de los mexicanos se confiesa católico. Es por ello que decenas de miles de funcionarios de cualquier partido, en cualquier nivel e instancia de gobierno son católicos. No solo eso, más del 99% de la población practica alguna religión cuyos principios están claramente en contra del aborto.
México es un país con una cultura riquísima que radica en las personas, los mexicanos. El Estado es solo la forma de organizarnos y plasmar las reglas de convivencia. Por ello es una verdadera necedad por parte de algunos, eliminar de un plumazo (o una ley), lo que somos. Al final no habrá ni ley ni imposición desde el Estado que borre nuestra conciencia o nuestros principios, y mucho menos se podrá ignorar la naturaleza humana que está impresa en el DNA, es decir, en cada una de las células que forman parte de nosotros.
La religión... condena o defensa hacia el ser humano
Es incomprensible que algunos se nieguen a reconocer que los valores que se inculcan a través de la religión son los que garantizan la convivencia respetuosa, solidaria e impregnada de valores entre las personas.
Los líderes religiosos, en este caso los católicos, han realizado un llamado constante y contundente a respetar los derechos del ser humano, y van más allá con el llamado a amar a los enemigos.
Ninguna ley, por perfecta que sea, será tan clara como el descubrimiento de que todos somos iguales ante los ojos de un mismo creador y que, por lo mismo, tenemos igual dignidad a la edad que sea, en las circunstancias que sean, con la nacionalidad o condición que sea.
Es la religión la que hace el llamado a ser solidarios, a ver por los pobres a ayudar al que más lo necesita. En lugar de discriminar y hacer de un lado la religión, deberíamos darnos cuenta todos, y muy especialmente quienes de forma anacrónica hablan de derecha o ultra derecha remontándose al pasado (las cruzadas y la inquisición), de la trascendencia de los valores que históricamente han postulado, defendido y difundido aquellos hombres apegados a la religión. Se ha protegido, de manera muy particular, el primero y más radical de los derechos humanos: el derecho a la vida.
Hay quienes tienen miedo de decir que son católicos y que por lo mismo no estudian ni conocen a fondo su religión y los valores universales que esta difunde. Por ello ignoran la gran aportación que la Doctrina de la Iglesia hace a la civilización. Desafortunadamente algunas personas, especialmente las deseosas de escándalos y notas que aumenten el raiting, se quedan con los accidentes de los que, siendo seres humanos como nosotros, caen en la pederastia o se convierten en mal testimonio de vida sin que ello sea la regla ni el común denominador.
Testimonio y congruencia, el camino a seguir
Para muchos, ser verdaderos católicos es un estorbo a su individualismo, porque el llamado que hace la iglesia a los hombres de buena voluntad es a dejar a un lado el egoísmo personal, los intereses particulares, para ver por los demás. La religión nos lleva a hacer vida los valores, no solo a leerlos y proclamarlos.
Hoy hacen falta testimonios, hacen falta llamados desde la conciencia de cada uno de nosotros a defender lo que somos, a decir "basta a las ofensas constantes y cotidianas de las minorías ateas que pretenden imponer el reinado de la apatía, del individualismo, de la intolerancia y pretenden que todos seamos como ellos".
Hemos de darnos cuenta de que somos muchísimos más los que profesamos una religión cristiana y que debemos exigir que se legisle con los principios universales que son comunes al ser humano. Nosotros asumiremos el compromiso de conocer más a fondo esos principios, y así, los divulgaremos y convenceremos con la fuerza de la razón a todos los demás mexicanos para que tengamos un Estado separado de la Iglesia, pero con instituciones y leyes que respeten la naturaleza humana y que representen lo que somos, un México que profesa su Fe y hace de esa fortaleza la gran diferencia en el entorno global.
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