domingo, 24 de enero de 2010

Caso de migrantes

 

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Enero / 2007

 

Éste es sólo uno de los cientos de casos en que niños llegan solos de forma ilegal a Estados Unidos y que de acuerdo con estadísticas de la Patrulla Fronteriza, durante el año pasado 7,800 menores fueron puestos bajo el cuidado del sistema federal para refugiados. De esta cifra, 25% eran mujeres y 20% eran menores de 15 años.

 

Ésta es una nueva modalidad entre los padres indocumentados que viven en Estados Unidos y que —llevados por el deseo de volver a ver a los hijos que quedaron en su país— los empuja a recurrir a cualquier medio para traer a sus pequeños, sin siquiera medir a lo que se exponen los menores.

 

Los Changobalin son un claro exponente de esta cada vez más creciente modalidad, que aceptaron relatar la odisea que vivieron en carne propia al enfrentarse a la realidad de haber perdido todo rastro de su pequeña Marjori, que permaneció desaparecida luego de haber sido introducida al país por personas que cobraron para ello.

 

"Dejé a mis hijas cuando Marjori tenía un año y mi otra hija estaba recién nacida. Mi esposa se vino al año siguiente y mis niñas quedaron al cuidado de la abuela materna", explica en tono apesadumbrado Changobalin. "Alguien me presentó a Virginia, una mujer que me aseguró que ella podía sacar una visa de turista para mi hija en la Embajada de Estados Unidos en Ecuador y que no tenía que preocuparme, porque todo se hacía de forma rápida, segura y legal".

 

Luego de un suspiro, prosigue: "La sola idea de volver a ver, aunque fuera a una de nuestras hijas, nos llevó a tomar la decisión de reunir el dinero e intentar traer a Marjori a vivir con nosotros".

 

Recuerda que, inicialmente, le cobraban 15 mil dólares, pero después de hablar le rebajaron a 13 mil. "Empezamos a trabajar con mi esposa de día y de noche y en enero enviamos el primer pago de tres mil dólares a nombre de Víctor Hugo, luego hice tres pagos más a Carlos, hasta que en marzo completé la suma acordada".

 

Mientras la familia Changobalin lograba reunir el dinero, en Ambato, Ecuador, la abuela de Marjori, Aída, preparaba el viaje de la pequeña niña que —se suponía— vendría en avión desde Quito hasta Nueva York.

 

"Luego de transcurridos algunos meses me llamaron para informarme que mi hija debía viajar en un tour, por lo que demoraría en llegar a Estados Unidos cinco días más de lo planeado inicialmente", dice Changobalin. "Finalmente, a mediados de junio pasado, llamaron a mi suegra para avisarle que debía entregarle la niña a Carlos, hijo de Virginia, y que sería una de las personas que supuestamente la traería".

Desde ese momento, ni Aída en Ecuador, ni sus padres en Plainfield, New Jersey, volvieron a saber nada de Marjori. Con lágrimas en sus ojos, el angustiado padre recuerda: "Fue terrible ver cómo pasaban los días, las semanas y no sabíamos nada de la niña. Entonces, decidí ir donde Virginia, que vive en North Plainfield, para que me dijera algo de mi hija. Sólo me respondió que no tenía de qué preocuparme, que lo único que sucedía era que 'la pasada' estaba dura. Pero yo seguía sin entender, porque se suponía que a mi niña me la traían con una visa de turista y en avión".

 

Elissa Steglich, abogada gerente del Comité de Servicios de Amigos Americanos de Newark, explica: "Si un menor es sorprendido cruzando la frontera o tratando de entrar ilegalmente solo a los Estados Unidos, es puesto bajo la custodia de la oficina de refugiados del Departamento de Salud y Servicios Humanos, que mantiene centros en varios lugares de la nación".

 

Añade: "Si se puede ubicar a un familiar o a uno de sus padres, generalmente las autoridades le otorgan un permiso para reunificar a los menores. El acuerdo es bajo la condición de comprometerse a que el menor va a estar bien cuidado y se garantiza que acudirá a todas las audiencias ante una corte de inmigración".

 

 

Los números indican que existe una tendencia a que esta modalidad de la entrada de menores solos a Estados Unidos crezca, si se compara la cifra del año pasado (115 mil arrestos registrados) con la reportada en 2001, donde fueron arrestados 98 mil menores.

 

Aída, vía telefónica desde Ecuador, afirmó: "Estaba desesperada sin saber nada de la niña. Fui a las autoridades para poner una denuncia, pero el fiscal me dijo que no podía detener a la persona a la que yo le había entregado a Marjori y que sólo podía emitir una citación para interrogarlo. Tras consultar a mi yerno sobre la situación, él me pidió que no continuara con el trámite porque temía que pudieran tomar represalias contra la menor".

 

Pasaron más semanas y Changobalin volvió a ir con Virginia, pero se encontró con que la mujer había viajado a Ecuador y quien lo atendió fue su esposo, Telmo. Para prolongar más su agonía, el desesperado padre recuerda: "Cada vez que iba a preguntarle a él sobre lo que había pasado con mi niña, y de amenazarlo con denunciarlo a la policía, siempre me contestaba lo mismo: que no le importaba, que lo hiciera".

 

Según Changobalin, en una de las ocasiones, Telmo le afirmó: "Su hija está en Tijuana, México, no se preocupe, que ella está bien atendida". Tras pasar otro mes, el padre llamó a su suegra y le pidió que se comunicara con las personas a las que le había pagado el dinero, para decirles que lo único que quería era que le regresaran a su hija y que se olvidaran del dinero.

 

El pasado 11 de noviembre, los esposos Changobalin se enteraron de que Virginia había llegado procedente de Ecuador, por lo que decidieron ir a avisar a las autoridades. "Fui a la policía de North Plainfield, donde encontré a un uniformado que hablaba español y le conté lo que me estaba sucediendo".

"El policía, muy amable, se interesó en mi caso y me acompañó a la casa de Virginia. Ella primero se escondió, después dijo no saber nada de la niña y le dijo al uniformado que yo le debía dinero de unas joyas que le había comprado a ella. El policía me dijo que, lamentablemente, no había pruebas suficientes para hacer una denuncia formal".

 

Sin embargo, al día siguiente, en Ecuador, Aída recibió una llamada anónima de una persona mayor, indicándole que la niña había sido arrestada, en el mes de agosto, por la policía en la ciudad de San Diego.

 

"Con esta información decidí pedir ayuda y buscar a la niña, a la que finalmente encontramos dentro del sistema federal de niños puestos en hogares de crianza, en la ciudad de Tacoma, en el estado de Washington".

 

Esta es la triste realidad a la que se enfrentan muchos migrantes que por el ansia de llegar a dizque "tierra prometida" arriesgan hasta su propios hijos.

 

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Calderón cumple sus promesas de campaña

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Enero / 2007

 

 

1.           Extradiciones: Al corazón del narcotráfico.

2.           Operativos en Michoacán, Baja California, Guerrero y ahora al triángulo dorado del narcotráfico: Sinaloa, Chihuahua y Durango.

3.           El Ejército Mexicano encabeza la lucha contra el narcotráfico.

 

Las extradiciones de varios capos del narcotráfico, especialmente las de los líderes Osiel Cárdenas Guillén (del Golfo) y Héctor, "El Güero Palma Salazar" (de Sinaloa), nos dan una esperanza de que el Presidente Felipe Calderón, va por el camino correcto y es una señal alentadora de que apoyándose en el Ejército Mexicano, se pueden lograr avances importantes en contra de éste gravísimo problema que nos afecta.

 

El sexenio de Vicente Fox terminó con un gran retraso en la seguridad pública y en la seguridad nacional y sólo basta ver cómo los narcotraficantes se habían apoderado de varias plazas del país, donde las ejecuciones a policías y jefes de policía, así como a narcotraficantes y o a sus sicarios, era cosa de todos los días; ya no existían límites, pues el narcotráfico se encargaba de mostrar su cara más violenta, como eran las decapitaciones o, también el no respetar a las familias en donde mujeres y niños también eran asesinados de manera brutal.

 

Por tal motivo, las acciones emprendidas por el Presidente Calderón dan una señal clara de su voluntad política de luchar contra el narcotráfico. Nos está pasando lo que sucedió en Colombia, hace 5 años, cuando llego al poder el Presidente Álvaro Uribe Vélez y logró reducir de manera importante el secuestro y emprender una lucha muy fuerte contra los cárteles de Medellín y Cali, en contra de las FARC y los grupos armados.

 

En México al finalizar el sexenio del entonces Presidente Vicente Fox, estábamos prácticamente en un escenario de colombianización con secuestros, levantotes, ejecuciones, decapitaciones y la intervención de algunos grupos armados participando activamente en el conflicto de Oaxaca.

 

Con estas señales claras del Presidente Calderón, se requiere de la participación de la sociedad civil organizada.

 

Tenemos que sumarnos al esfuerzo de nuestras autoridades para que el efecto contra el narcotráfico y el crimen organizado, se multiplique y seamos cada una de las personas de buena voluntad, un Ojo Ciudadano, que ayude, que colabore, que indique el rumbo de dónde están interactuando nuestros enemigos, los narcotraficantes, los secuestradores, los que venden armas, los que roban coches y los doblan, los que trafican personas, etcétera.

 

Hoy más que nunca se requiere de la participación de la sociedad, ya que el Presidente Calderón, ha logrado en unos pocos días una acción coordinada en cuanto a las autoridades federales, ha dado el mando y las acciones de inteligencia al Ejército Mexicano y ha golpeado el corazón del narcotráfico con las extradiciones de varios capos del narco de diferentes cárteles, como una muestra al interior y al exterior de que se acabó la tregua y, se empieza la lucha contra la Impunidad.

 

El objetivo de las acciones tomadas en los primeros 50 días del sexenio del Presidente Calderón, es bajar la Inseguridad Pública, que fue una de sus promesas de campaña y tenía que empezar bajando la violencia, atacando el corazón del narcotráfico con un golpe fuerte, certero y que haga saber a los barones de la droga, que pueden acabar en cárceles de verdad, en los estados Unidos de Norteamérica.

 

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'buen año nuevo'

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Enero / 2007

 

La cuenta anahuaca del tiempo tiene la misma característica de dualidad que posee todo pensamiento nahua; en donde cada uno de los seres humanos está consciente de ser parte de la totalidad que se conoce como universo. Esta palabra es latina, universum, y significa 'lo que gira al unísono', de uni 'uno' y de versare 'girar'. Es lo mismo que ocurre cuando uno de nosotros está ante un espejo: nuestra presencia física genera una imagen virtual. Ante el universo cada ser humano está consciente de su dualidad esencial.

 

Lo que en español recibe el nombre de universo' en lengua nahua se llama ometeotl, que existe en el omeyocan, concepto que puede comprenderse a medias utilizando la palabra griega kósmos en su sentido de 'espacio'. Para comprender ambas palabras nahuas es necesario hacer algunas precisiones. Lo primero es que ambos conceptos describen la realidad esencial última: que es dual.

 

En esta circunstancia, Ometeotl es todo lo que existe y Omeyocan es todo lo que no existe. Ambos son, a su vez, duales. En el caso de Ometeotl, la dualidad correspondiente es Omecihuatl 'dualidad paridora' y Ometecuhtli 'dualidad protectora'. En el caso de Omeyocan la dualidad está integrada por cacticac 'espacio libre' y por el cahuitl 'abandonamiento', es decir, por el espacio' y el tiempo' en su concepción esencial.

 

Para comprender, aunque de manera parcial, que Omeyocan implica lo que no existe, hay que acercarse al pensamiento chino, cuando afirma que lo que nos permite tomar té en una taza es, precisamente, lo que no es la taza: lo que comprende el hueco rodeado por lo quees la taza. No existe ni en el pensamiento europeo ni en el pensamiento asiático un equivalente al concepto nahua de inexistencia del tiempo.

 

En efecto, la palabra cahuitl significa literalmente 'dejamiento', que implica una acción dual: 'abandonamiento' y 'heredamiento'. Al reflexionar un poco sobre el tiempo es claro este nombre dual. El tiempo siempre nos abandona y siempre nos hereda. Este hecho nos refiere a la no existencia del tiempo. Al tiempo lo conocemos por lo que hereda, por los cambios que percibimos en lo que existe. De esta manera la no existencia permite comprender la existencia.

 

Si el espacio y el tiempo existieran no existiríamos nosotros, es más, no existiría el universo. Esta realidad esencial es relativamente fácil de comprender desde la perspectiva de la ciencia europea moderna; que, vale tenerlo presente, fue fundada por Antonio Lorenzo de Lavoisier, hace apenas 200 años: con el descubrimiento de la ley de la conservación de la materia. En nuestro territorio nacional la existencia y la no existencia se comprendían desde hace miles de años, unos treinta mil, por los antiguos anahuacas.

 

Acercarse al pensamiento nahua es, en consecuencia, descubrir una civilización más avanzada que cualquiera de las grandes civilizaciones reconocidas: la egipcia, la sumeria o la china. Con este referente esencial, nuestros ancestros desarrollaron un calendario dual que nos hace vivir continuamente nuestra realidad esencial: nuestra realidad ometeóica. Es preciso, por tanto, esclarecer esta realidad esencial de los seres humanos.

 

Lo primero que se requiere es señalar el error cometido por los religiosos españoles que primeramente estudiaron la lengua nahua. Ellos quisieron ver en la palabra nahua teotl 'pupila' la palabra griega theós 'dios'. A lo largo de casi 500 años este error ha sido mantenido. En el presente ya se conoce la lengua nahua lo suficiente como para hacer evidente el error de los frailes. No obstante, los antropólogos insisten en mantenerse en el error de los religiosos, especialmente aquellos que insisten en llamar Mesoamérica, literalmente 'américa media', al territorio de Anahuac.

 

Teniendo en cuenta el significado verdadero de la palabra teotl, es fácil comprender nuestra realidad dual. Considerando que ome significa 'dos', se comprende directamente uno de los dos significados de Ometeotl: 'dos pupilas'. Asimismo resulta evidente que la totalidad también puede ser llamada 'dos pupilas'. En efecto, si tomamos en cuenta el cielo diurno podemos ver que el Sol es como una pupila irradiante y que, en el cielo nocturno, la Luna es como una pupila luminosa. Aquí aparece el concepto de cambio cíclico de Ometeotl, lo cual hace evidente que es al mismo tiempo noche y día, mujer y hombre.

 

Para comprender como es que los humanos somos lo que comemos. Nuestros alimentos provienen de semillas que se entierran en la tierra, que germinan cuando la lluvia las fecunda, que al salir al aire respiran como nosotros y que se fortalecen con la irradiación del Sol. En consecuencia, nosotros somos lo mismo que comemos: tierra, lluvia, aire y sol. En lengua nahua: somos Anáhuac, somos Tlaloc, somos Quetzalcóatl y somos Tonatiuh, o Tonateotl, como le llaman en el sur del estado de Veracruz.

 

Es aquí donde ya se puede comprender el porqué de la dualidad en el calendario nahua y, en general, de los calendarios anahuacas: maya, totonaco, zapoteco, mixteco, etc... Considerando aquí el nombre nahua de esta lengua, nahuatlahtolli 'hablar armonioso', se comprende el afán armonizante de quienes desarrollaron originariamente nuestro calendario propio. Se buscó, a juzgar por la forma, una armonización entre lo humano y lo universal.

 

La parte humana es la duración de nuestra gestación, 273 días, y la parte universal es el tiempo que transcurre entre dos momentos cósmicos: equinoccio o solsticio. Existen aún muchos observatorios construidos por los antiguos anahuacas para este fin. Este tiempo es de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos; aproximadamente 365.25 días. Al buscar parámetros que armonizaran ambos tiempos, se encontró que 260 días, 13 veces 20 días, y 360 días, 18 veces 20 días, permitían organizar la cuenta del tiempo de manera dual: humana y universal.

 

Al multiplicar 18 por 260 se obtiene 4,680, cifra que también se obtiene como producto al multiplicar 13 por 360. Esta cifra en días corresponde a un tlalpilli 'nudo' o 'atadura', integrado por 13 años o por 18 cuentas; en lengua nahua, 13 xiuhpohualli equivalen a 18 tonalpohualli. Los restantes 5.25 días tienen una cuenta aparte. Esta cuenta hace que se completen 260 días en 52 años, ciclo llamado xiuhmolpilli 'amarre de años'.

 

De aquí resulta que cada 13 años se emparejan la cuenta individual y la cuenta universal. Esto hace evidente que nuestra cuenta propia mantiene una cuenta dual del tiempo, considerando continuamente nuestra realidad ometeóica. Esta contabilidad se mantiene para registrar efectivamente el paso del tiempo. Por esto mismo se consideran los 365.25 días de cada año. Esto hace que cada año empiece un cuarto de día más tarde que el precedente.

 

Los europeos no toman en cuenta esta realidad, por eso su calendario no coincide con el paso del tiempo. El calendario gregoriano establece tres años de 365 por cada año de 366 días, que es llamado bisiesto. Esta simple consideración hace evidente que nuestra contabilidad del tiempo es real y la contabilidad europea es ficticia. Al considerar anualmente el cuarto de día que los europeos contabilizan cada cuatro años, se tiene que los días de cada año empiezan un cuarto de día después que los del año anterior.

 

Efectivamente, como lo contabilizan los calendarios europeos juliano y gregoriano, cada cuatro años se vuelve a la misma hora de inicio de cada día. Nuestros abuelos anahuacas marcaron cuatro tipos de año: el año calli 'casa', en los que cada día empieza a la media noche, como en la contabilidad europea, el año tochtli 'conejo', en donde cada día empieza al amanecer, el año acatl 'carrizo', en donde cada día empieza al medio día y el año tecpatl 'pedernal', en donde los días empiezan al anochecer.

 

En el presente estamos en izcalli 'renacimiento', el último mes del año yei tochtli 'tres conejo'. Concordando con lo anterior, todos los días empiezan a la media noche. El siguiente año será nahui acatl 'cuatro cañavera', por lo tanto empezarán los días al mediodía.

 

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jueves, 21 de enero de 2010

Bienes invisibles

Por: Querien Vangal

Enero / 2007

 

Tomás es un chico de siete años que vive con su mamá, una pobre costurera, en su solo cuarto, en una pequeña ciudad del norte de Escocia. La víspera de Navidad, en su cama, el chico espera, ansioso, la venida de Papá Noel. Según la costumbre de su país, ha colocado en la chimenea una gran media de lana, esperando encontrarla, a la mañana siguiente, llena de regalos.

 

Pero su mamá sabe que no habrá regalos de Navidad para Tomás por su falta de dinero. Para evitar su desilusión, le explica que hay bienes visibles, que se compran con dinero, y bienes invisibles, que no se compran, ni se venden, ni se ven, pero que lo hacen a uno muy feliz: como el cariño de la mamá, por ejemplo.

 

Al día siguiente, Tomás despierta, corre a la chimenea y ve su media vacía. La recoge con emoción y alegría y se la muestra su mamá: "¡Está llena de bienes invisibles!", le dice, y se le ve feliz.

 

Por la tarde va Tomás al salón parroquial donde se reúnen los chicos, cada cual mostrando orgulloso su regalo. "¿Y a ti, Tomás, qué te ha traído Papá Noel?", le preguntan.

 

Tomás muestra feliz su media vacía: "¡A mí me ha traído bienes invisibles!", contesta. Los chicos se ríen de él. Entre ellos Federico un niño consentido quien tiene el mejor regalo pero no es feliz. Por envidia sus compañeros le hacen burla porque su lindo auto a pedal no tiene marcha atrás, y enfurecido destruye el valioso juguete.

 

El papá de Federico se aflige, y se pregunta como podría darle gusto a su hijo. En eso ve a Tomás sentado en un rincón, feliz con su media vacía. Le pregunta: "¿Que te ha traído Papá Noel?"

 

"A mí bienes invisibles", contesta Tomás ante la sorpresa del papá de Federico, y le explica que no se ven, ni se compran, ni se venden, como el cariño de una mamá.

 

El papá de Federico comprendió. Los muchos regalos visibles y vistosos no habían logrado la felicidad de su hijo. Tomás había descubierto, gracias a su mamá, el camino a la felicidad.

 

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Antídoto contra la desesperanza

Por: Querien Vangal

Enero / 2007

 

La desesperación es uno de los peligros más grandes en la vida moral y espiritual. Cuando uno llega a pensar que no tiene remedio, que no puede mejorar, que su vida consiste solamente en una serie de errores y de culpas sin fin, que es imposible rectificar, que ni siquiera Dios es capaz de perdonar los propios pecados, entonces hemos caído en el pecado de la desesperanza.

 

En uno de sus escritos, santo Tomás de Aquino se plantea la pregunta: ¿es la desesperación el pecado más grande?  Para responder, santo Tomás recuerda que los pecados más grandes son aquellos que van contra las virtudes teologales, especialmente contra la virtud de la caridad. En otras palabras, el pecado más grave es el pecado contra el amor a Dios y contra el amor al prójimo.

 

Es también muy grave, sigue santo Tomás, el pecado de incredulidad: rechazar la fe, no reconocer que Dios ha hablado en Jesucristo. Entonces, ¿es menos grave el pecado de la desesperanza?

 

Santo Tomás, sin embargo, ofrece una reflexión ulterior: hay algo especial en el pecado de desesperación, pues nos toca en lo más profundo del corazón, en ese núcleo interior de donde nacen nuestros deseos y nuestras acciones. Es decir, nos paraliza, nos impide trabajar por mejorarnos, nos aparta de la misericordia, ahoga la posibilidad de una conversión: por eso la desesperación sería un pecado gravísimo; quizá, subjetivamente, sea el peor de los pecados por las terribles consecuencias que produce.

El que se desespera abandona la lucha, da vía libre a los vicios (piensa que nunca podrá corregirse), se aparta de las buenas obras y del camino de la virtud, se hunde en el abismo de esa tristeza que paraliza nuestras energías más profundas.


Darnos cuenta del peligro que se esconde en el pecado de la desesperación es ya mucho: el primer paso para poder cambiar. Pero no basta, pues a veces vemos cómo este pecado nos domina poco a poco, y precisamente por su fuerza paralizante no somos capaces de reaccionar. Por eso conviene poner el antídoto más fuerte y más decisivo para que no nos domine: la confianza que nace al descubrir el Amor y la misericordia de Dios.


En el Evangelio vemos cómo Cristo trata a los pecadores, incluso a los peores. No condena, no reprocha, no rechaza. Come con ellos, les habla con respeto (sin condescender con sus pecados). Su mirada debería llegar hasta lo más hondo del alma, removería las aguas del corazón, haría descubrir que existe un Dios que aleja de nosotros el pecado, que limpia lo más sucio del alma, que perdona y que permite recuperar la dignidad del hijo.

 

Por eso Pedro, después de negar al Maestro, no desesperó.. Lloró, sí, su cobardía, su miseria. Pero supone ver en los ojos de Jesús algo que había visto mil veces cuando observaba cómo trataba el Maestro con otras personas: con el gran regalo del perdón.


A veces somos muy duros con nosotros mismos, no alcanzamos a perdonarnos nuestras faltas. Faltas, por desgracia, en ocasiones muy graves, que nos duelen, que nos humillan, que nos llevan poco a poco a la desesperanza. En esos momentos deberíamos abrir la Biblia y leer con calma las parábolas de la misericordia de san Lucas, o los Salmos del perdón. O ese pasaje tan bello de la primera carta del apóstol san Juan: "En esto conoceremos que somos de la verdad, y tranquilizaremos nuestra conciencia ante Él, en el caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo".

 

Sólo bajo la mirada de Dios nuestro corazón puede recuperar la paz, puede reiniciar el camino con esa fuerza irresistible que viene de lo Alto. La mayor seguridad que podemos recibir en esta vida es la que nace del sentirnos perdonados y amados. A pesar de lo que haya podido ocurrir. Mientras haya un poco de confianza, mientras la esperanza guíe nuestros pasos, será posible ese gesto de buena voluntad que nos lleva a Dios. Entonces Él descenderá de nuevo para abrazarnos, para iniciar una fiesta interminable, porque regresa al hogar un hijo muy amado...

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Al orar tenemos que escuchar

Por: Querien Vangal

Enero / 2007

 

Rezar es poner en contacto, por medio del pensamiento,
 el infinito de abajo con el infinito de arriba.. (
Víctor Hugo)

 

Un aprendiz de oración caminaba por el desierto completamente confundido. Había frecuentado el contacto con diversos maestros y ya había pertenecido a un buen número de escuelas. Cada una defendía cosas distintas y el aprendiz ya no sabía qué era lo más importante en la oración. Decidió que lo único que le quedaba por hacer en su confusión era dirigirse a Dios.

 

- ¡Señor, ilumíname! -dijo suplicante- Unos me dijeron "No pienses en nada y repite letanías sin interrupción... verás que sentirás la liberación interior"...

-¿Y lo hiciste? -le dijo Dios.

- Sí, Señor, lo hice durante meses hasta que se me secó la boca y tuve que abandonar esa escuela.

- ¿No encontraste ninguna otra? -preguntó Dios, interesándose.

- ¡Oh, sí, Señor, muchas más! Fui a otra donde me dijeron: "Tranquilízate, haz vacío en tu interior y encontrarás a Dios", pero en el vacío sólo estaba yo mismo y como te buscaba a ti y no a mí, comencé a dudar también de esa escuela...

- Bueno, quizás haya otras...

- Sí, sí Señor, no creas que ésta fue la última. Visité muchas más; aprendí una gama enorme de

posiciones para orar, y me hice experto en posiciones pero no en oración... y así recorrí otras tantas pero aún no sé qué hacer para orar. He llegado a convencerme de que no puedo orar y vengo a decirte que ya no me lo pidas más en mi interior.

- ¿No te di yo boca y oídos? -susurró Dios suavemente

- Sí, Señor... -dijo el principiante, que no esperaba este interrogante- pero dime de una vez, Señor mío; qué es más importante ¿escuchar o hablar?

- ¿Cuántas bocas te di?

- Una.

- Y ¿oídos?

- Dos.

- Entonces, ya lo sabes...

¡Interesante dato! Orar es hablar con Dios, pero lo más importante en esa conversación es la escucha...

Si quieres unirte con Dios; escucha su Palabra, dialoga... y vuelve a escuchar.

 

 

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A un año del Foro Ético Mundial

 

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Enero / 2007

 

Hace un año, hacia finales del mes, el 27, 28 y 29 de enero se realizó en México el primer Foro Ético Mundial, evento que congregó a diversos líderes y actores de la sociedad civil, empresarios y funcionarios de gobierno de todo el mundo. Los temas abordados en los módulos que tuvieron sedes en diversas ciudades de este país fueron: política y participación, familia y vida, juventud y retos del futuro, educación, cultura y ecología y medios de comunicación y esparcimiento.

 

En cada uno de los diferentes módulos se desarrollaron mesas de discusión, llegando a importantes conclusiones. A un año de este evento ¿Qué tanto hemos puesto en marcha y qué tanto nos hemos comprometido con la ética?

 

El módulo de Política y Participación hizo énfasis en que la política no puede estar separada de la ética, así mismo se resaltó la importancia de que los ciudadanos nos involucremos en la política, pero no desde el gobierno, sino con una conciencia más clara de las implicaciones que tiene el bien común, una conciencia que implica darnos cuenta de que formamos parte de una comunicad que desde nuestra familia se amplía, pasando por las diferentes comunidades, estados, regiones y que al final forman la nación. Los políticos ya no pueden tomar decisiones al margen del bien común y los ciudadanos conscientes de éste deben ejercer una presión natural exigiendo y viendo por sí mismos sin perder su entorno.. Sin duda ese ejercicio se define en una palabra: SOLIDARIDAD.

 

¿Qué tanto hemos avanzado, de forma personal e institucional, en el tema de la participación ciudadana? Como hemos analizado en este mismo medio, existe un avance dada la conciencia cada vez más amplia del ejercicio ciudadano, pero aún nos falta mucho para poder hablar de participación ciudadana.

 

En el módulo de Familia y Vida se resaltó la necesidad de actuar de forma decidida a favor de la familia, promoviendo políticas públicas que cuiden y permitan desarrollar a la familia para seguir cumpliendo su fin natural, la cual permite preservar la especie humana y formar a los ciudadanos del futuro. Una familia sólida y que atiende a sus deberes es la base de una nación y así mismo de un planeta con futuro. Ya podremos hablar de miles de avances tecnológicos, si no hay seres humanos dispuestos a convivir y a seguir conservando este planeta, estaremos ante el irremediable inicio de nuestra propia autodestrucción, por esto mismo es la familia el garante del cuidado de la persona humana, desde su inicio hasta su fin.

 

Frente a esto, llama mucho la atención la irracionalidad e inconciencia de muchos países del mundo que en lugar de preservar y cuidar a la familia han creado políticas contrarias, que lejos de cuidarla se encaminan a su destrucción. Cabe resaltar que en México existen iniciativas que se contraponen:

Por un lado la oposición en el congreso elabora leyes encaminadas a aprobar el aborto y las sociedades en convivencia, dichas leyes lejos de beneficiar a la familia la van minando poco a poco y benefician a una minoría que solo se preocupa por sus asuntos particulares perdiendo de vista el bien común.

 

Y por otra parte existen muy valiosas iniciativas como la del Consejo de la Comunicación -proveniente de la mayoría de la sociedad- que ha logrado que se instituya el Día de la Familia como una celebración que se realizará cada año. Cada año se realiza una campaña mediática que les propone a las personas un reencuentro con su familia. Este tipo de iniciativas, que afortunada y al mismo tiempo desgraciadamente solo vienen de la sociedad, son las que llevarán a fortalecer la base de la sociedad y con ello la construcción de países con un futuro más promisorio.

 

En el módulo de Medios de Comunicación se exhortó a que la persona sea la protagonista de la comunicación y por lo tanto, ésta no puede realizarse fuera de consideraciones éticas. Para ello, es fundamental el compromiso de los medios de comunicación con la ética. Se planteó también, como fundamental, que el interés económico, político o del público no puede estar por encima de la dignidad de la persona y del bien común.

 

En este rubro aun tenemos mucho que avanzar, sin embargo iniciativas como yoinfluyo.com se están convirtiendo cada día en la mejor opción para que la gente encuentre espacios y referencias a lo que sucede desde una perspectiva apegada a la ética y con una conciencia clara de la búsqueda de la verdad, sin reservas ni dogmatismos. Esta iniciativa en Internet cada vez llega a más personas.

 

El extraordinario ejercicio del Foro Ético Mundial coordinado por diversas instituciones y en particular por el Arquitecto Federico Müggenburg, es una iniciativa que debe permanecer y que debe seguir su esfuerzo para dar seguimiento y no solo eso, para que los líderes den testimonio de la visión ética de nuestro quehacer.

 

Desde este medio exhortamos a los organizadores y nos sumamos en un esfuerzo por mantener este análisis y ejercicio de propuesta y acciones que nos permitan hacer cada día más viable y habitable nuestra casa: el Planeta Tierra.

 

 

 

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jueves, 14 de enero de 2010

Una historia de la vida real

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Diciembre / 2006

 

Las vicisitudes de José Gabriel Cuellar

 

A los 12 años, cuando todavía veía, José Gabriel Cuéllar, utilizaba sus ojos para ver y sí tocar cuanto encontraba a su paso. Era un niño de la calle que se ganaba la vida lavando carros, después de pegar el grito de independencia doméstico. En un brusco cambio de libreto, por causa de un accidente, los dioses le barajaron distinto, lo hermanaron tempranamente con Homero y Borges (sin los libros), con Ray Charles (sin su voz y su piano)... y José Gabriel quedó ciego.

 

(Prefiere la palabra ciego, en vez de invidente, porque una vez que llamo por teléfono para solicitar un empleo y dijo que era de parte del "invidente Gabriel Cuéllar", le entendieron "el indigente". Desde entonces decidió llamar las cosas por su nombre).

Nunca perdió la sonrisa ni el optimismo que han sido su norte, sur, oriente y occidente. Simplemente, José Gabriel cambió vocales y consonantes por el silencioso alfabeto Braille. Se volvió un as del rebusque, un hacha para el ajedrez.

 

Aprendió a jugar fútbol, acariciando el ruido, como los ciegos que habitan los poemas de Juan Manuel Roca. ("Mi madre y yo en la terraza. Y, abajo, los ángeles de la sombra corrían como locos tras del ruido"). Ha sacado tiempo para casarse dos veces.

 

Quiere tanto a sus dos hijas que a cada una le tiene mamá diferente.

 

Desde sus primeros años cuando desertó de las piedras del fogón casero llevado de sus ansias de libertad, se acomodó en un parqueadero lavando carros. Aprendió a desvararlos. Una vez se metió debajo de uno de ellos, con tan mala fortuna, que cuando retiraron el gato después de la reparación, José Gabriel todavía estaba en el lugar equivocado. Nadie sabe cómo no murió aplastado en el episodio. Pero la luz de sus ojos se fue con su música a otra parte.

 

Los últimos productos que vio fueron deliciosas frutas de la fértil tierra colombiana que empacaba en el supermercado del sector. Quedó viendo esas frutas con el olor del recuerdo. Ese día de hace 13 años cuando perdió la visión, hizo una fortuna en propinas que lo convirtieron en fugaz Bill Gates: 600 pesos.

 

Este José Gabriel Cuéllar, amigo de mi amigo desde cuando sus ojos veían los amaneceres y atardeceres bogotanos, es todo un ejemplo de tenacidad. Recicla periódicos de ayer, de antier, de nunca, que recoge a domicilio. Vende bolsas de basura y encima una clase magistral de reciclaje, siempre a bordo de una sonrisa que no prescribe por más flacas que estén las vacas de su suerte.

 

Cartuchos de impresora jubilados, encuentran en José Gabriel una segunda oportunidad. Fue auxiliar administrativo en el viceministerio de la Juventud y Deportes y tuvo camello en el Instituto Nacional para Ciegos. Recortes presupuestales lo metieron entre las estadísticas del desempleo.

 

De pronto disputa torneos de ajedrez. Le ha jalado al rebusque dando clases del juego que vino a lomo de cobra de India.

 

Por estos días ha empezado a vender tarjetas navideñas hechas por artistas que volvieron obra de arte sus limitaciones físicas. "Vendo alegrías", dice, aludiendo a las tarjetas que este año son óleos de paisajes colombianos pintados por la artista Fanny Martin, su nombre de combate.

 

José Gabriel ha trabajado como ascensorista y recepcionista en oficinas privadas y públicas de donde le han dicho adiós. En ambos oficios ha aprendido a oír y callar.

Algunas veces se coloca de celador en casas en las que también les hace el aseo, una vez se mete la construcción en su disco duro. También cuida obras en construcción. El secreto radica en que los ladrones no se enteren de que un ciego está cuidando la heredad. Borges celebraba la ironía de Dios que le dio al mismo tiempo los libros y la noche. José Gabriel celebra la ironía de cuidar intereses ajenos "gracias" a su ceguera.

 

Y cuando el dulce laboral se pone a mordiscos monta guardia y ordeña la solidaridad pública en diversos semáforos. Como "ve" con los oídos, por el saludo le adivina hasta el ADN a su benefactor. También identifica el grado de generosidad —o tacañería— por la cantidad de dineros que dejan en su sombrero.

 

No tira la toalla por más anoréxicas que se pongan las vacas. El ejemplar José Gabriel se ha convertido en un hombre llamado esperanza.  Realmente es un hombre ejemplar, que demuestra que querer es poder, y además lo hace con alegría y un desmedido optimismo.

 

 


«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»

Reconocer a Dios como el Señor de mi vida

 

Por: Querien Vangal

Diciembre / 2006

 

El Adviento, que es la época del año en la que nos preparamos para recibir a Jesucristo, Nuestro Salvador, nos recuerda que el Señor viene, y viene en la pequeñez, en la sencillez y en la humildad. Sin embargo, el evento de Belén, la pequeñez de Jesús, el hecho de que todo se manifieste en un ambiente sencillo, escondido, oscuro, nos podría hacer perder de vista la realidad de que el que viene es el Señor. El Adviento para todos los cristianos debería tener una muy especial dimensión, porque cada uno de nosotros se tendría que atrever a preguntarse si Dios es el Señor y el dueño de su vida.

 

En teoría podríamos decir que sí, pero ¿realmente creo que el Señor es el dueño de mi vida? Cuántas veces no somos capaces de encontrar a Nuestro Señor porque no tenemos un corazón sencillo, abierto, transparente, sino que tenemos un corazón enredado, tergiversado por dentro; y damos vueltas a las cosas, y permitimos que el egoísmo vaya por mil vericuetos dentro de nuestra vida, y aceptamos que nuestra soberbia o nuestra pereza se conviertan en los verdaderos reyes y señores de nuestra existencia.

 

Muchas veces la cultura en la que vivimos nos impide reconocer a Dios como Señor, porque nos presenta otras muchas cosas que aparentemente son señores de la vida. Cuántas veces se nos puede presentar la riqueza como el señor de la vida, y parecería que con los bienes materiales puedes lograr todo; pero la riqueza lo que no te da es vida. O cuántas veces ponemos como señor de la vida el poder; sin embargo, nos engañamos, porque el poder no te realiza como persona, sino que te hace usar a las personas, con lo que tú mismo acabas perdiendo la dignidad. Y lo que en teoría te serviría para ser más libre, en el fondo te hace más esclavo.

 

¿Cómo podemos saber si nuestra vida está llena de la ciencia del Señor, si Dios es realmente el dueño, el Señor de nuestra vida? El Evangelio es muy claro, nos habla de dos dimensiones fundamentales. Por un lado, nos dice que tenemos que tener sencillez interior para poder recibir al Señor. Y por otro lado, nos habla de cómo Cristo es el Señor. "Te doy gracias porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los sencillos".

 

Cristo nos habla de la sencillez de corazón. Es decir, un corazón abierto, de una forma muy especial, de cara al Señor: a reconocer a Dios y pedirle que se haga su voluntad. Un corazón sencillo es el que acepta la voluntad de Dios, es el que no se busca a sí mismo, sino que se entrega de una forma generosa, sin esperar nada a cambio. Es el corazón que es capaz de saber quién es el Padre y quién es el hijo; es el corazón que es capaz de reconocer a Dios como Señor; es el que permite que Dios sea el que diga cómo quiere la propia vida.

 

Para lograr tener un corazón sencillo es necesario permitir que Dios vaya «invadiendo» todas los ámbitos de nuestra vida. Que Él sea el que va normando y señalando el camino concreto de nuestra existencia. Reconocer a Dios como Señor es permitirle que ilumine mi pensamiento, que fortalezca mi voluntad, que oriente mis sentimientos, que norme y marque el criterio de mi comportamiento.

 

Si yo acepto esto sobre cualquier circunstancia de mi vida, estoy reconociendo a Dios como el Señor de mi vida. Pero si no lo hago, no puedo decir que Dios es mi Señor. Cada uno tendría que entrar en su corazón y preguntarse de forma muy sincera y profunda: ¿Señor, dónde todavía no eres mi Señor? Y después, atreverse a bajar a aspectos muy concretos para descubrir en qué lugar mi egoísmo, mi modo de ser, mis conveniencias, mi historia o mi educación me impiden reconocer al Señor como mi Señor.

 

Sigamos este camino de Adviento buscando cultivar en nuestra alma el señorío de Cristo sobre nuestras vidas, porque entonces tendremos el gozo y la alegría. "¡Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven! Porque les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron". Nosotros veremos y oiremos sólo si permitimos que Cristo sea Señor de nuestra vida. Nosotros veremos, oiremos y nos alegraremos el día en que la ciencia del Señor llegue a nuestra existencia.


«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»

Un regalo para el Recién Nacido

Por: Querien Vangal

Diciembre / 2006

 

 

Ya, felizmente, ha llegado esta fecha venturosa de Navidad. Todos guardamos en nuestra alma recuerdos entrañables de las fiestas navideñas: bellos recuerdos de nuestra infancia, y también de nuestra edad juvenil y adulta. Y es que, en este día todos nos hacemos un poco como niños. Y está muy bien que sea así, porque nuestro Señor prometió el Reino de los cielos a los que son como niños. Más aún, desde que Dios se hizo niño, ya nadie puede avergonzarse de ser uno de ellos.

 

¡Tantas cosas podrían decirse en un día como éstos! Pero no voy a escribir un tratado de teología. Me voy a limitar, amigo lector, a contarte una sencilla y bella historia. Espero que te guste.

 

Se cuenta que el año 1994 dos americanos fueron invitados por el Departamento de Educación de Rusia –curiosamente—, para enseñar moral en algunas escuelas públicas, basada en principios bíblicos. Debían enseñar en prisiones, negocios, en el departamento de bomberos y en un gran orfanato. En el orfanato vivían casi 100 niños y niñas que habían sido abandonados por sus padres y dejados en manos del Estado. Y fue en este lugar en donde sucedió este hecho.

 

Era 25 de diciembre. Los educadores comenzaron a contarles a los niños la historia de la primera Navidad. Les hablaron acerca de María y de José llegando a Belén, de cómo no encontraron lugar en las posadas y, obligados por las circunstancias, tuvieron que irse a un establo a las afueras de Belén. Y fue allí, en una cueva pobre, maloliente y sucia, en donde nació Dios, el Niño Jesús. Y allí fue recostado en un pesebre.

 

Mientras los chicos del orfanato escuchaban aquella historia, contenían el aliento, y no salían de su asombro. Era la primera vez que oían algo semejante en su vida. Al concluir la narración, los educadores les dieron a los chicos tres pequeños trozos de cartón para que hicieran un tosco pesebre. A cada niño se le dio un cuadrito de papel amarillo, cortado de unas servilletas, para que asemejaran a unas pajas. Luego, unos trocitos de franela para hacerle la manta al bebé. Y, finalmente, de un fieltro marrón, cortaron la figura de un bebé.

 

De pronto, uno de ellos fijó la vista en un niño que, al parecer, ya había terminado su trabajo. Se llamaba Mishna. Tenía unos ojos muy vivos y estaría alrededor de los seis años de edad. Cuando el educador miró el pesebre, quedó sorprendido al ver no un niño dentro de él, sino dos. Maravillado, llamó enseguida al traductor para que le preguntara por qué había dos bebés en el pesebre. Mishna cruzó sus brazos y, observando la escena del pesebre, comenzó a repetir la historia muy seriamente. Por ser el relato de un niño que había escuchado la historia de Navidad una sola vez, estaba muy bien, hasta que llegó al punto culminante. Allí Mishna empezó a inventar su propio relato, y dijo: –"Y cuando María puso al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenía un lugar para estar. Yo le dije que no tenía mamá ni papá, y que no tenía ningún lugar adonde ir. Entonces Jesús me dijo que yo podía estar allí con Él. Le dije que no podía, porque no tenía ningún regalo para darle. Pero yo quería quedarme con Jesús. Y por eso pensé qué podía regalarle yo al Niño. Se me ocurrió que tal vez como regalo yo podría darle un poco de calor. Por eso le pregunté a Jesús: Si te doy calor, ¿ése sería un buen regalo para ti? Y Jesús me dijo que sí, que ése sería el mejor regalo que jamás haya recibido. Por eso me metí dentro del pesebre. Y Jesús me miró y me dijo que podía quedarme allí para siempre".

 

Cuando el pequeño Misha terminó su relato, sus ojitos brillaban llenos de lágrimas y empapaban sus mejillas; se tapó la cara, agachó la cabeza sobre la mesa y sus hombros comenzaron a sacudirse en un llanto profundo. El pequeño huérfano había encontrado a alguien que jamás lo abandonaría ni abusaría de él. ¡Alguien que estaría con él para siempre!

 

Esta conmovedora historia, ¡tiene tanto que enseñarnos! Este niño había comprendido que lo esencial de la Navidad no son los regalos materiales, ni el pavo, ni el champagne, ni las luces y tantas otras cosas buenas y legítimas. Lo verdaderamente importante es nuestro corazón. Y querer estar para siempre al lado de Jesús a través de nuestro amor, de nuestra fe, del regalo de nuestro ser entero a Él.

 

Dios nace hoy en un establo, no en un palacio. Nace en la pobreza y en la humildad, no en medio de lujos, de poderes y de riquezas. Sólo así podía estar a nuestro nivel: al nivel de los pobres, de los débiles y de los desheredados.

 

Sólo si nosotros somos pequeños y pobres de espíritu podremos acercarnos a Él, como lo hicieron los pastores en aquella bendita noche de su nacimiento. Los soberbios, los prepotentes y los ricos de este mundo, los que creen que todo lo pueden y que no necesitan de nada ni de nadie –como el rey Herodes, los sabios doctores de Israel y también los poderosos de nuestro tiempo— tal vez nunca llegarán a postrarse ante el Niño en el pobre portal de Belén.

 

Ojalá nosotros también nos hagamos hoy como niños, como Mishna, como los pobres pastores del Evangelio, para poder estar siempre con Jesús.

 

Sólo los humildes pueden ir a Belén y arrodillarse ante la maravilla infinita y el misterio insondable de un Dios hecho Niño y acostado en un pesebre. Sólo la contemplación extasiada y llena de fe y de amor es capaz de penetrar –o, mejor dicho, de vislumbrar un poquito al menos— la grandeza inefable de la Navidad. ¡El Dios eterno, infinito, omnipotente e inmortal, convertido en un Niño recién nacido, pequeñito, impotente, humilde, incapaz de valerse por sí mismo! ¿Por qué? Por amor a ti y a mí.

 

Para redimirnos del pecado, para salvarnos de la muerte, para liberarnos de todas las esclavitudes que nos oprimen y afligen.

 

Si Dios ha hecho tanto por ti, ¿qué serás capaz tú de regalarle al Niño Dios?

 


«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»