Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel
Diciembre / 2006
Los espasmos empezaron tres días antes, cuando en el pleno de la Cámara de Diputados los legisladores panistas y perredistas irrumpieron en la tribuna como parte de una estrategia, la de los primeros para asegurar la toma de protesta de Felipe Calderón Hinojosa como Presidente de México, y los segundos para impedirlo.
Tres noches anteriores al 1 de diciembre, diputados de ambas fracciones pernoctaron en el salón de sesiones de San Lázaro. Ahí comieron, dormitaron y vivieron los momentos más intensos de la incipiente LX Legislatura.
"Si bien los perredistas venían dispuestos a todo, los panistas más. La estrategia fue básicamente de contención y fue suficiente", describió más tarde el diputado federal por Acción Nacional Carlos Madrazo Limón.
México amaneció el viernes 1 de diciembre con una incertidumbre mayor a la que vivió en la jornada electoral del 2 de julio, fecha en la que empezó la gestación de este cambio de Gobierno.
Había muchos escenarios, desde una eventual negociación entre las fracciones del PAN y del PRD para desocupar la tribuna, hasta un recrudecimiento de la provocación, la agresión y consecuentemente el enfrentamiento físico entre legisladores.
Aunque con algunos conatos de trifulca, empujones, patadas y jaloneos, la toma de protesta de Felipe Calderón Hinojosa finalmente se logró cerca de las 9:50 horas.
"Siempre tuvimos el control"
Que este acto protocolario se llevara a cabo en el Palacio Legislativo de San Lázaro fue un triunfo de los diputados y senadores del Partido Acción Nacional.
Gustavo Madero, senador panista por Chihuahua, dijo a los corresponsales extranjeros que estaban preparados para todos los escenarios, "siempre tuvimos el control de la tribuna y esto permitió precisamente garantizar que se llevara a cabo (la toma de protesta) en el escenario óptimo, que era en la tribunal".
Y planteó que con ello se dio paso a una nueva etapa en la vida democrática del país; "estos fueron los dolores de parto de una democracia".
El diputado Gerardo Buganza Salmerón confió a este medio que la estrategia de la fracción era permitir el acceso del Presidente de México en por lo menos tres entradas.
En el acceso principal montaron una valla, sólo como táctica para distraer a los inconformes.
La guerra de gargantas
Minutos antes de las 8:00 de la mañana, en el salón de sesiones de la Cámara de Diputados empezaron a retumbar aplausos y silbatos; estaba por concluir la tregua -aquella que habían decretado los perredistas y que implicaba la no agresión.
La entrada al pleno de los legisladores del PAN Santiago Creel Miranda, coordinador de la bancada en el Senado, y Alejandro Zapata Perogordo, subcoordinador, enardeció a los inconformes. Un grupo de perredistas les salió al paso y otro de panistas se aprestó a rodear a sus compañeros.
Así se iniciaron las primeras refriegas legislativas de ese día, en las que hubo patadas, codazos y jaloneos.
La senadora Adriana González Carrillo fue prácticamente remolcada por un diputado del PRD que se esforzaba por zafarse de las manos de ésta.
- Yo vi que iba sobre mis compañeros no es justo, teníamos que hacer algo- comentó más tarde la panista a La Nación.
Los diputados del PRD pedían a los reporteros que salieran del "corral" donde se ubicaban y observaran de cerca los golpes.
Algunos aceptaron la invitación y saltaron al salón de sesiones, aun contra la resistencia de los elementos de seguridad de San Lázaro y del Estado Mayor Presidencial.
En tanto, el diálogo a gritos entre las bancadas protagonistas:
-¡México quiere paz!- lanzaban desde tribuna los panistas.
-¡Obrador, Obrador!- contestaban los otros.
Así fue durante casi una hora. Tensa calma, nerviosismo, bromas de los reporteros a los legisladores, sonrisas y mentadas de madre, pero siempre la expectativa de que la violencia volviera a aparecer.
Radio colombiana, desde Bogotá, hizo contacto con el senador Zapata Perogordo para conocer de viva voz qué estaba pasando en México. El país estaba en los ojos del mundo.
El enviado de Antena 3, televisión española, una y otra vez repetía frente a su camarógrafo: "Ante este triste circo parlamentario, en un país con tantos odios y resentimientos, los parlamentarios de izquierda bloquearon la mesa del Congreso". Finalmente la toma quedó.
La otra estrategia
Y mientras los perredistas bloqueaban las entradas al salón de sesiones, con el fin de impedir el quórum, algunos diputados, incluidos los del PRD, lograban llegar al recinto a través del acceso de los reporteros.
Por ahí tuvieron que saltar Arturo Nuñez Jiménez, la actriz María Rojo y Leonel Godoy Rangel, ex presidente del partido del sol azteca, entre muchos otros.
Y dentro del corral en el que decenas de reporteros, camarógrafos y fotógrafos se afanaban por esclarecer la situación, el diputado Modesto Brito González tomó el control del acceso a esta área, porque su objetivo era que no pasara Felipe Calderón.
Pero quien sí pasó fue un grupo de notarios que testificaron la asistencia de los legisladores, y a las 9:15 los panistas coreaban: "¡Tenemos quórum!", pues ya los diputados y senadores del PRI habían logrado entrar por una puerta del salón Balderas, de la que minutos después salieron sorpresivamente Felipe Calderón Hinojosa y Vicente Fox Quesada. Algunos ni cuenta se dieron, hasta que el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados llamó a la compostura.
Entonces los silbatos que llevaban los perredistas nuevamente enloquecieron. Ya no había nada qué hacer: el Presidente de México había llegado hasta la tribuna a través de un acceso trasero, custodiado en todo momento por el Estado Mayor Presidencial.
Sin duda fue la toma de protesta más breve en la historia de los cambios de gobierno, pero fue la más esperada, la más vista, por mexicanos y hasta por extranjeros, y –por obvias razones-- será la más recordada.
«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»
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