viernes, 28 de mayo de 2010

Las brujas de Oaxaca

  

Enrique Galván-Duque Tamborrel

julio / 2007 
  

La aparición de las "brujas" en el estado de Oaxaca, una tradición que ha pervivido cerca de cinco siglos, volvió a celebrarse anoche en un rito con el que la localidad abre sus preparativos antes de la Semana Santa.

 

Con el nombre de "brujas" se denomina a las lámparas de petróleo que a modo de candiles adornan las mesas y la principal plaza del municipio de Santa Cruz Xoxocotlán, de unos 50.000 habitantes, mientras las mujeres reparten comida.

 

Las viandas consisten en tamales (preparados de harina de maíz, manteca y carne, rellenos de diversos ingredientes) y atole dulce (bebida caliente hecha de harina de maíz) que se reparten durante horas, a veces toda la noche, entre los habitantes desvelados de esa comunidad, ubicada en el sureño estado mexicano de Oaxaca.

 

En el lugar la electricidad desapareció y quedó rodeado de las "brujas", hechas originariamente de copal (tipo de madera resinosa) que podía arder horas. "Mientras llegaba el momento de repartir la cena, las mujeres esperaban alumbrándose con teas, que con el tiempo fueron sustituidas por petróleo", explicó a Efe uno de los participantes en este rito. "Usando este combustible se colocan pequeñas vasijas de hojalata con pabilo que el pueblo las llamó 'brujitas', por la débil y delgada luz que producen en la oscuridad", añadió el asistente a la reunión.

 

La tradición comenzó entre 1538 y 1555, en tiempos de la colonización española, "cuando el obispo Juan López de Zárate le ordenó a Fray Domingo (de Santa María) que se encargara de evangelizar a los nativos de este lugar".

 

Los pobladores cuentan que la "noche de brujas" surge cuando el fraile, con el deseo de cumplir con su misión de evangelizar, promovió con prisa la construcción de un templo católico. Para ello utilizó materiales de la región, piedra, adobe, madera y tejas, e instó "a los caciques de la comunidad y encomenderos a costear los materiales" y a hacer todo lo posible por apresurar los trabajos. A cambio los señores reclamaban a los nativos a prestar servicios de mano de obra asiduamente o cuando era urgente, y les forzaban entonces a trabajar jornadas nocturnas.

 

Cuando la actividad se desarrollaba durante la noche, los caciques pedían a las mujeres del pueblo preparar tamales y atole dulce para ser repartidos a los trabajadores. No obstante, otras versiones de la historia apuntan a que el festejo está asociado también con creencias vinculadas al diablo. "Muchas personas dicen que existen seres sobrenaturales o 'nahuales' (diablo) que pueden transformarse en animales o bolas de fuego que aparecen en esa época en la comunidad y probablemente por eso también se le dio el nombre a la celebración de las 'brujas'".

 

Desde 1978 el ayuntamiento de Santa Cruz Xoxocotlán, ubicado a unos doce kilómetros de la ciudad de Oaxaca, modificó la tradición y junto con la aparición de las "brujas" durante seis semanas hay actividades artísticas y culturales nocturnas mientras las mujeres del pueblo venden comida en el centro de la población. En esa ocasión hubo un concierto con la Orquesta Sinfónica de Oaxaca que reunió a unas trescientas personas.

 

En los últimos años la costumbre de la aparición de las "brujas" se ha dado en medio de algunos conflictos políticos por diferencias entre los pobladores con las autoridades municipales. Lo anterior ha desencadenado enfrentamientos entre los grupos que se disputan el control de ese municipio, uno de los tres más importantes del Estado de Oaxaca, por la gran cantidad de recursos económicos que se manejan en la alcaldía. Los pobladores de Santa Cruz Xoxocotlán se dedican principalmente a hacer artesanías de madera con figuras de animales o extrañas conocidos como "alebrijes".

 

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