viernes, 2 de abril de 2010

Educar desde el instante de la concepción

 

Por: Querien Vangal

mayo / 2007

 

Hace años, escuché una entrevista realizado a Boris Brott, ex-director de la Hamilton Philharmonic Symphony de Ontario, El entrevistador preguntó a Brott como se había interesado por la música. Brott vaciló, y contestó que por extraño que pareciera, la música era parte de él, desde antes de nacer. Explicó que siendo joven, un día le sorprendió la capacidad que tenía de tocar algunas piezas que nunca había leído, ya que dirigiendo una partitura por primera vez, la línea del violonchelo le saltaba a los ojos, sabía como seguía, aún antes de voltear la hoja. Un día le relató lo sucedido a su madre, ella le preguntó de qué piezas se trataba, al conocer la respuesta, el misterio se resolvió. Todas las partituras que Brott conocía sin haberlas visto, eran las que su madre había tocado mientras estaba embarazada de él.

¿Dónde comienza la educación de un ser humano? ¿En que momento un niño empieza a absorber patrones de conducta, tener sentimientos y formar hábitos?

Medica y psicológicamente se ha comprobado, que la educación comienza desde el momento mismo de la concepción, y no es que el bebé vaya a comenzar a aprender números o letras, sino que va a comenzar a absorber las costumbres, el estilo de vida, los gustos, las reacciones y sentimientos que su madre viva.

Sin embargo, la madre no se encuentra aislada, sino que forma parte de una dinámica familiar, social, laboral que influirán decisivamente en la formación de ese pequeño ser que día con día crece.

De acuerdo con el mes de gestación, el bebé desarrolla diversas capacidades, y va madurando progresivamente, de esta forma asimilará cada vez de forma más clara los estímulos de los cuales sea objeto debido a través de su madre

Tomás Melendo nos dice al respecto que "como han demostrado las técnicas más avanzadas, la educación del niño comienza incluso antes de su nacimiento. Ya en el útero percibe y resulta influido por los estados de ánimo de la madre: sobre todo por el cariño con que lo acoge o, si fuera el caso, por la ansiedad o incluso el rechazo que su gestación provoca. En consecuencia, los meses que vive en el seno materno son bastante decisivos para el despliegue de su carácter y personalidad… lo que marca «la diferencia» es la serenidad y el gozo de la madre, influidos a su vez, y en ocasiones determinados, por la actitud del padre hacia su futuro hijo y por la delicadeza y el mimo con que trata a su esposa: los detalles de cariño más allá de lo habitual; el esfuerzo con que facilita su reposo, supliéndola si es preciso en tareas que de ordinario realiza ella; la comprensión y el apoyo incondicional ante las preocupaciones que, sobre todo las primeras veces, provoca el embarazo; los ratos tranquilos de reposada conversación e intercambio de opiniones; los «sueños» y «novelas» que forjan sobre el hijo que va a venir…"

Juan Pablo II al inaugurar el congreso «Fundamentos biológicos y psicológicos de la educación prenatal» en 1998 decía que "la historia del individuo tras el nacimiento depende ciertamente de los cuidados físicos y médicos que recibe. Pero también tienen un gran influjo sobre ella la serenidad, la intensidad y la riqueza de las emociones experimentadas durante la vida prenatal", por ello incitaba a los expertos a que profundizaran en "la conexión que existe entre el desarrollo de la psicología del ser que va nacer y el contexto de la vida familiar que lo rodea"

La madre, a lo largo de 9 meses de gestación, vive diversas circunstancias y pasa por diversos retos, problemas, y situaciones. Es a través de ellos y con sus pensamientos, sus sentimientos, su forma de vivir, sus estados interiores que va modelando el carácter y la forma de afrontar la vida de ese pequeño ser que depende de ella. A la madre le toca educar al niño/a antes de que éste nazca, entendiendo aquí por educación la capacidad de despertar, de desarrollar todas las capacidades latentes en el individuo, ya sean de orden físico, emocional, intelectual, moral o espiritual.

Si la madre y el padre están informados de esta Educación prenatal natural, si comunican con el bebé antes de nacer, si le proporcionan seguridad y le expresan su ternura y amor, imprimen en él/ella un esquema de relacionarse que más adelante le sustentará en su relación consigo mismo, con los demás y con el mundo, este niño/a poseerá en su estructura profunda la capacidad de amar, de dialogar, de cooperar, de encontrar soluciones adecuadas a los conflictos que surgen inevitablemente en la vida familiar, profesional, social.

La familia, lo hemos dicho en diversos artículos a lo largo de la historia de yoinfluyo.com, es la cuna en la cual aprendemos las virtudes más fundamentales de la vida. Una de esas virtudes es la de la solidaridad. Es justamente en el seno materno, donde podemos vivir de forma más evidente esa solidaridad, de la madre hacia el hijo, pero del padre hacia la madre, de los hijos hacia la madre, de la sociedad hacia la madre, del ambiente laboral hacia la madre y que repercute necesariamente en el hijo.

Un niño que desde su concepción ha vivido en un ambiente solidario, de respeto, de ayuda, de apoyo, de paz, estará en condiciones de llevar a cabo un papel similar ante los demás, pues será algo tan inherente en el, que de forma natural se dará.

No podemos dejar de lado la libertad personal, estamos radicalmente en contra del determinismo, pues este estaría contrapuesto a la libertad. Al final, la decisión de aplicar a lo largo de la vida lo aprendido en el seno materno y durante la infancia, dependerá única y exclusivamente de cada persona, pero como padre y como madre, tenemos la obligación de dar a nuestros hijos las mejore herramientas para que puedan elegir en libertad la mejor forma de vida. Y qué mejor que comenzar justo cuando su vida inicia: en la concepción.

Mujer, tú que tienes el privilegio de poder ser madre, cultívate a ti misma, crece, desarróllate, edúcate. Sé consciente de la responsabilidad tan grande que significa ser MADRE. Si un incidente como el de Boris Brott lo marcó de por vida, ¿cómo podrá marcar tu ternura, tu amor, tu calidez, tu entrega al pequeñito que educas desde que lo concibes?

 

 



 



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