Let me tell you how it will be; Taxman, The Beatles Cuando hablamos de impuestos y solidaridad, podríamos concluir erróneamente, que se trata de dos conceptos contrapuestos, toda vez que por un lado, los impuestos implican, como su nombre lo dice, una imposición por parte de la autoridad que puede ser exigida por medios coercitivos y por otro lado, la solidaridad, se trata de una decisión personal de colaborar con los demás que no puede exigirse de manera coercitiva. El cobro de impuestos se justifica desde una perspectiva meramente funcional si se reconoce que en las sociedades existen ciertas actividades que los individuos por si mismos no podrían o no querrían realizar, como son las tareas relacionadas con la seguridad, la administración de la justicia, o la construcción y mantenimiento de infraestructura, entre otras. En nuestro país, además de los rubros descritos anteriormente, los impuestos tienen una dimensión social, reflejada en las partidas asignadas a los rubros de educación, salud, programas contra la pobreza y promoción de actividades productivas. Bajo esa perspectiva y cumpliendo ciertas condiciones, como que todos colaboren en el pago de los impuestos de acuerdo a sus posibilidades y que el gobierno haga buen uso de lo recaudado, el pago de impuestos, debería de ser considerado un mecanismo privilegiado para la solidaridad, toda vez que a través del pago de impuestos no sólo se puede ayudar a segmentos de la población que tienen mayores dificultades, sino que además todos se benefician con obras e instituciones al servicio de la sociedad. Los impuestos en México.- Simplificando el problema de los impuestos en nuestro país, podemos considerar dos elementos: por un lado, la baja recaudación, y por otro lado, qué tan bien se están empleando nuestras contribuciones, es decir, cuál es el destino de nuestros impuestos. La recaudación.- Desde el punto de vista de la recaudación, México es el país con peor desempeño en recaudación fiscal de los países miembros de Por otro lado, es importante mencionar que de acuerdo al mismo organismo, hay una clara tendencia entre sus miembros a aumentar su recaudación como proporción del PIB. En este sentido, vale la pena consignar que no sólo nuestro país se ha mantenido como el miembro con el nivel de recaudación más bajo de recaudación, sino que además, países que tenían recaudaciones similares a la de nuestro país a principios de los años 80's en los que México recaudaba 16.2% del PIB. (Actualmente, con un nivel cercano al 20%), en los últimos años incrementaron su recaudación en 55%, comparado con el 17% que creció la recaudación en nuestro país. La pregunta es ¿porqué se recauda tan poco en México? Las respuestas son múltiples, entre otras, podemos consignar la complicada y cambiante legislación fiscal, que dificulta a los contribuyentes el pago de impuestos, los regímenes especiales y la economía informal. Otra razón, más cercana a la mayoría es que a nadie le gusta pagar impuestos. De acuerdo al estudio de El asunto de la informalidad tiene varios elementos: por un lado, la ventaja desleal que tienen los miembros de la economía informal, que al utilizar la infraestructura que pagamos todos, pueden ofrecer productos (en su mayoría de mala calida) a un amplio segmento de la población que busca lo más barato. La situación anterior se mezcla con un elemento estructural, relacionado con la incapacidad (o falta de voluntad) de las autoridades para regularizar la actividad económica de un creciente segmento de la población que se beneficia de las obras realizadas con los impuestos de los contribuyentes cautivos; un factor cultural, toda vez que en muchas ocasiones las compras de productos informales son producto del impulso y, finalmente, de falta de conciencia de quienes compran en la economía informal, los cuales no consideran que al fomentar el comercio informal afectan la economía del país y ponen en riesgo la existencia de las empresas formales que generan empleos, las cuales no se encuentran en condiciones de competir con el sector informal que es subsidiado por los contribuyentes cautivos. Destino de los impuestos.- La otra faceta que debemos de considerar respecto a los impuestos es su destino, que tiene su propia problemática, por ejemplo: la percepción negativa que un amplio segmento de la población tiene de las autoridades gubernamentales, a las que califican de poco eficientes y honestas; el hecho que los recursos son limitados y finalmente, la realidad que cada sector de la población buscará fortalecer las áreas que de acuerdo a su propia perspectiva son las más importantes. Es decir, debido a los grandes rezagos sociales que tenemos en nuestro país, los recursos para educación, salud, combate a la pobreza y otras necesidades, seguramente serán insuficientes. Pero ¿cómo podemos asegurarnos que el destino de nuestros impuestos esté bien asignado? al respecto, tenemos tres momentos decisivos: El primero, cuando elegimos a nuestras autoridades: En las democracias más desarrolladas se castiga a los gobiernos ineficientes y se premia a los que mejores cuentas entregan. Un segundo momento debería de considerar la responsabilidad que tenemos como ciudadanos de exigirles a nuestras autoridades no sólo que asignen y utilicen de manera eficiente los recursos, sino que además lo hagan con criterios de Bien Común, justicia y respeto a la persona humana, ya que como decía Juan Pablo II: «Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana». Finalmente, la transparencia y rendición de cuentas a los tres niveles y órdenes de gobierno es imprescindible para asegurar que los impuestos han sido utilizados de manera eficiente y honesta. Está por demás comentar que cualquier gobierno que no ofrezca información completa y fidedigna de sus obras (por monumentales que parezcan) y de todos sus gastos debe ser cuestionado por la sociedad civil. La transparencia no es una dádiva que graciosamente nos ofrecen las autoridades, sino un derecho que debemos de exigir los ciudadanos. Conclusión.- No basta pagar impuestos, debemos exigir a quienes los administran que los asignen con criterios de justicia, bien común y respeto a la dignidad de la persona humana dentro de nuestro marco jurídico y debemos de asegurarnos que nos entreguen buenos resultados de los recursos que les permitimos administrar para todos. En ese contexto, iniciaremos un ejercicio de solidaridad cuando paguemos impuestos que se cerrará cuando nos aseguremos que han sido empleados en la solución de problemas y la búsqueda del bien común.
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martes, 13 de abril de 2010
Impuestos y solidaridad
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