martes, 24 de agosto de 2010

Suspirantes demócratas

 Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Diciembre / 2007

 

 

Además de los precandidatos presidenciales demócratas en EU ya discutidos aquí, que por su sitio en las encuestas son Hillary Clinton (38.3%), Barack Obama (19.5%), John Edwards (11.2%), Al Gore (9.3%) y Bill Richardson, hay otros con pocas probabilidades pero siempre puede haber sorpresas.

 

El ex-gobernador de Iowa, Tom Vilsack, uno de los primeros en anunciar sus aspiraciones, acaba de comunicar que salía de la carrera víctima de la escasez de dinero. Vilsack podía haberse colado en la justa como "hijo predileto" de su estado, primero en el calendario político norteamericano.

 

Uno que tiene posibilidades a futuro y que ahora ha dicho que no contenderá, es Evan Bayh, ex-gobernador y desde 1999 senador por Indiana, lo que también fue su padre. Bayh tiene una personalidad atractiva en el centro del espectro político, muy al estilo de John Kennedy.

 

El general Wesley Clark, quien hizo un papel digno en la contienda por la nominación que finalmente conquistó John Kerry en 2004, aún no anuncia su candidatura pero está continuamente bajo las candilejas como comentarista sobre la guerra en Irak, a la que se opone.

 

Dennis Kucinich, diputado por Ohio y ex alcalde de Cleveland, se ubica en la extrema izquierda, y cuenta con el apoyo de los "verdes" radicales por oponerse a matar animales, es vegetariano drástico. Su plataforma incluye el retiro inmediato de EU de Irak, del TLCAN y de la OMC.

 

El senador por Connecticut Christopher Dodd con casi 33 años como legislador, se ubica en la izquierda moderada y se ha caracterizado por su gran simpatía por México. Su apoyo por la causa del libre comercio ayudó a la aprobación del TLCAN.

 

Joe Biden, senador por Delaware desde 1973, es exactamente el opuesto de Dodd respecto a México. En noviembre pasado lo culpó de ser responsable del ingreso de drogas e inmigrantes ilegales a Estados Unidos y prometió endurecer su posición para sellar la frontera.

 

En esa ocasión llamó a México "una democracia obsoleta" con un "sistema de gobierno corrupto" que permite una gran disparidad en su distribución del ingreso. Con lógica notable, añadió que la inundación de narcóticos que sufre su país se debe a que cruzan por el "corrupto México."

 

Lo grave de estas expresiones es que Biden, con nulas posibilidades de ganar la nominación presidencial Demócrata, es, sin embargo, el Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de su país, y ya sabemos cómo nos fue con alguien igualmente animado en esa posición, como Jesse Helms.

 

Biden intentó una candidatura presidencial en 1988, pero le cortaron las alas en esa ocasión cuando se reveló que el senador por Delaware era un vulgar plagiario de los discursos del líder laborista inglés Neil Kinnock. O sea que hasta para el "fusil" fue mediocre.

 

La variopinta fauna que suspira por la nominación presidencial demócrata en Estados Unidos promete un entretenimiento sin límite.

 



¿Sabemos equivocarnos?

 

Por: Querien Vangal

Diciembre / 2007

 

 

Me pregunto muchas veces si el hecho de ser "perfeccionista" es verdaderamente una virtud, o un defecto. Y creo que tiene de las dos cosas.

 

Es una virtud, desde ya, porque es algo que nos impulsa a hacer todas las cosas perfectas.

 

Pero me parece que también es un defecto, dado que la realidad nos dice que en este mundo lo perfecto, no existe plenamente. Siempre está la posibilidad de equivocarse, y de hecho nos equivocamos.

 

Por eso es que me parece que el hecho de "aprender a equivocarse" es importante, quizás debiera ser una de las primeras cosas que tendrían que enseñarnos: que el fallar, es parte de nuestra condición humana. Que debemos buscar realizar todo lo más "perfectamente" posible, pero que inevitablemente está la posibilidad de equivocarnos.

 

El hecho de aprender a equivocarnos, sin dudas que nos ayudaría en muchas circunstancias que nos toca vivir, sobre todo para poder superarnos, y no creer que "hemos fracasado", y quizás sólo haya sido que creíamos que inevitablemente todo nos iba a salir como lo planeamos, es decir, perfecto, y en realidad lo que después aparece como fracaso, no es otra cosa que la posibilidad que hay siempre de cometer un error, o de que no todo salga "tan perfectamente".

 

Siempre pienso que en la vida lo importante no es no fallar, "no caerse", sino el ver cómo reaccionamos ante una falla, si somos capaces de levantarnos de una caída.

 

Por eso me parece fundamental que ya en la educación que damos a nuestros niños y jóvenes, los preparemos para esa posibilidad de equivocarse, de saber superar un error, de poder "asumirlo", "hacerse cargo" de sus fallas, y no hacerles creer que pueden ser "omnipotentes" a tal punto que si cometen un error, ya hay que hablar de "fracaso".

 

Los jóvenes tienen grande ideales, están hechos para las grandes empresas, y eso no se debe aplacar, pero sí mostrarles que muchas veces la realidad nos enseña que hay logros que vienen después de algunos obstáculos que hay que superar, que muchas veces algo que llamamos fracaso, no es más que una nueva oportunidad para demostrarnos que somos capaces de salir adelante, aún cuando todo haga pensar que no valió la pena tanto esfuerzo que se ha puesto para llevar adelante una tarea.

 

No existe quien no se haya equivocado alguna vez, lo que sí existen seguramente son personas que han sabido sacar de sus errores nuevas fuerzas para renovar un emprendimiento y no quedarse con la amargura de pensar que todo esfuerzo es inútil y no vale la pena volver a intentarlo.

 

Espero que sepamos enseñar a los jóvenes que no hay una vida "sin problemas", sin posibilidad de errores, pero que sí hay en todo hombre una capacidad para superarlos.



RENOVACION DE AUTORIDADES


**Pasan los años y la ciudad sigue estancada.

**Cada tres años se habla de progreso pero no vemos claro

 

Por: Enrique Galván Duque Tamborrel

Diciembre / 2007

 

Ahora que se dio la renovación del Ayuntamiento surgen, como es natural, las inquietudes obre el estado de la ciudad. Durante el vaivén de las campañas todos ofrecen las perlas de la  virgen, pero como el ofrecer no empobrece y obviamente ninguno de los presuntos tiene en  ente  empobrecer, cuando llega el momento de la real ascensión al poder el ungido se le olvida todo, hace borrón y cuenta nueva, y a darle vuelo a la hilacha.

 

Así pasan los años y la ciudad sigue estancada -hay que recordar que el estancamiento se convierte en atraso- y los problemas cotidianos siguen siendo eso: cotidianos. Constantemente leemos en ORIENTACION varias notas que quincena tras quincena, se tornan en relación con alguna deficiencia en los servicios, es otra en relación con obras colgadas o el mantenimiento de la infraestructura, pero siempre hay algo.

 

Pero no debemos ser tampoco tan exagerados ni escandalosos, ni insidiosos, tipo comunicador de TV, las cosas no pueden ser perfectas y siempre habrá algún pelo en la sopa, máxime cuando la participación ciudadana es nula; lo que choca es que la autoridad se  mantenga impávida como si no hubiera problema alguno. ¡Ah! Pero trata de ver a alguno para plantearle algo y tal parece que les vas a pedir el oro y el moro, y peor cuando se trata de que te den una solución porque puedes dormir el sueño de los justos eternamente y nunca la obtendrás. Pero de esto, ¿Quién tiene la culpa?, se dice que los pueblos tienen el gobierno que se merecen, así pasarán los años y Ciudad Ixtepec seguirá igual o peor, porque vuelvo a repetir: el estancamiento es retroceso. Tengo más de treinta años de vivir aquí, soy meño por adopción, y siento que quiero más a Ciudad Ixtepec que muchos oriundos de aquí, esto me ha llevado con verdadera inquietud a hacer investigaciones tendientes a conocer la historia de aquí, así he averiguado que, cuando menos de 1950 para acá no ha habido un solo presidente municipal que verdaderamente se haya dedicado, como debería ser, a servir al pueblo, más bien se han dedicado a servirse del pueblo. Cada nueva administración es uno más de lo mismo, ¿pero quien tiene la culpa?, nadie más, pero nadie menos que el pueblo mismo.

 

No se necesita ser un sabio para darse cuenta que, dadas las circunstancias y recordando aquello de que ante los hechos no hay argumentos, el responsable de todo este atraso es el PRI, que ha sido el único partido que ha gobernado municipalmente, aunque para ser honestos deberíamos extender esa responsabilidad también a ese partido en cuanto al gobierno del estado, también eternamente priísta.

 

Bueno, pero volvamos a nuestro querido, olvidado y nunca bien ponderado municipio de Ciudad Ixtepec: Años vienen y años van y Ciudad Ixtepec sigue con carencias elementales que son necesarias para el adecuado vivir de sus habitantes. Cualquiera que venga a esta población en pocos días palpa de inmediato esas carencias, y digo esto porque no en pocas ocasiones he oído comentarios al respecto de gente que visita esta nuestra querida Ciudad Ixtepec. Pero tal parece --lamentablemente- que los que aquí vivimos ya nos acostumbramos y ahí la llevamos y la dejamos, nadie chista, todos vivimos una dejadez "admirable".

 

Pero, para constatar lo que aquí asevero, hagamos un recorrido por las calles de la población:

1.-De entrada, inmediatamente se detecta que faltan señalamientos viales adecuados.

2.-Quiere usted encontrar una calle determinada, sólo preguntando ¡claro siempre y cuando haya alguien a quien hacerlo!. No hay letreros con los nombres de las calles.

3.- Quiere usted llegar a una dirección determinada, pues se llevará un chasco porque no hay numeración de los predios.

4.-¡Ah! Aquí el peatón es un cero a la izquierda, porque las banquetas o aceras -acera. (De hacera). f. Orilla de la calles o de otra vía pública, generalmente enlosada, sita junto al paramento de las casas, y particularmente destinada para el tránsito de la gente que va a pie--, o no hay o, si las hay, parecen más bien para animales brincadores - léase: caballo, cabra, chango, liebre, etc.- pero ¿para gente? No que va, eso aquí no se toma en cuenta. Se imaginan ustedes la vía crucis que, para transitar por estas calles de Dios, significa para las personas adultas mayores y, principalmente para los minusválidos.

5.-Ahora bien, si se aventura a salir a caminar por las noches, aparte de las carencias ya asentadas, se encuentra usted literalmente en "boca del lobo", porque o no hay luminarias o, si las hay, no funcionan, que para el caso es lo mismo.

6.- El servicio de limpia, que aquí debería llamarse "Servicio de Basura", porque oiga usted, para donde usted ponga el ojo verá relucir la basura durmiendo el sueño de los justos. Claro que en este aspecto hay que ser honestos y reconocer que los ciudadanos cooperamos a que así sea, pues tiramos basura en donde sea, basta ver a alguien que compre un refresco en envase desechable o cualquier golosina, al terminar de disfrutarlo va el envase a la calle, en donde sea. Aquí cabe la pregunta ¿cómo diablos van a mantenerse limpias las calles?.

 

Como dijera el pólemico Raúl Velasco (┼), "aún hay más", pero por lo pronto ahí la dejamos.

 

 

«POR MI PATRIA HABLARÁ LA RAZÓN DE LA JUSTICIA»

 


¿Qué pasa con los suegros?

 

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Diciembre / 2007

 

En su show, el comediante Juan Verdaguer aseguraba: Yo no sé porqué se habla tan mal de las suegras. Yo llevo 34 años de casado, y nunca he tenido una discusión con ella…… ¡Es muda!

 

Chistes a costillas de las suegras, existen en varios volúmenes que ya pueden integrar una enciclopedia especializada.

 

Por mi parte puedo afirmar que me he sacado la lotería con una suegra maravillosa. Pero no me ha tocado la oportunidad de escuchar ningún chiste sobre los suegros. No hay tratados sobre el tema y eso, a estas alturas, pareciera un atentado contra los más elementales derechos humanos o cuando menos un serio acto de discriminación suegril masculina.

 

Para romper este paradigma, resulta prudente abordar el concepto desde varios puntos que dicta el sentido común.

 

Recomendación 1: Abra su comunicación.

 

Todos los suegros –reales, potenciales o en grado de tentativa- tienen fama de ogros malosos, pedantes, prepotentes y sangrones. Y cómo no reaccionar así, si un fulanito de pelos parados, pantalones agujerados ex profeso y una playera deslavada que se asemeja a los trapos de planchar, se introduce cuasi-furtivamente en la casa y le saluda a uno con una frase extraída de los clásicos: ¡qué ondón suegrín!.

 

Abra su comunicación. Se trata de conocer a la clase de "araña pantionera" que ronda a su princesita. Invítelo a pasar y salúdelo con afecto. La luz de la sala le permitirá descubrir la coloración de la córnea y estar alerta por si el sujeto se mete cualquier cosa.

 

Obsérvelo con esmerado cuidado. Verifique sin prejuicios. ¿Come con la boca cerrada?; ¿sabe tomar los cubiertos?; ¿usa la servilleta o se limpia las manos con la camiseta o con el mantel?

 

Escuche los silogismos y neologismos que emplea el susodicho galán. ¿Frasea al hablar o su amplitud de léxico se limita a un reiterado "chale carnal"…"qué pecs con el bato".

 

Pregúntele sobre Herbert Von Carajan, Vivaldi o Verdi. Si pone cara de "what", ¡cuidado! Si le contesta que Carajan era compañero de Franz Bekembauer, ¡más cuidado!.

 

Recomendación 2: Sea tolerante.

 

Un buen suegro es tolerante y comprensivo. Sabe que no todo tiempo pasado fue mejor. Haga ejercicios de tolerancia y disciplina interior: ver el canal del congreso, atender con esmero las disertaciones del entrenador nacional o hacer un análisis teleológico de las canciones de Paquita la del Barrio, pueden resultar un excelente entrenamiento.

 

Después, prepárese a escuchar cantar al anteproyecto de yerno, interpretando los temas de Metálica en algún dialecto medieval escocés, que combinado con suahilii, daría origen a la lengua de Shakespeare.

 

Desarrolle su capacidad de empatía. Probablemente, el pearcing que el fulanito trae en la lengua, en las orejas, en la nariz y en el ombligo, probablemente se deban a alguna manda; a algún ejercicio de ascesis budista para potenciar su capacidad –la del sujeto- de resistencia al dolor. (Al que provoca el ridículo, podría ser).

 

Recomendación 3: Desarrolle su capacidad extrasensorial.

 

Esto nada tiene que ver con los chacras, los mantras o con el sexo tántrico. Nada de eso.

 

Si usted como suegro, empieza a platicar con el prospecto que pretende los huesitos de su hija y ve que éste tiene la mirada perdida; que balbucea cosas ininteligibles; que de pronto pone los ojos en blanco e insistentemente se frota las pompas; y además de ello le dan convulsiones en el sillón favorito de usted, por favor, ¡no prejuzgue! Es muy probable que esté escuchando su "Ipot" que reproduce 15 mil canciones. Conserve la calma y asegúrese que en verdad sea el aparatito ése y no otra cosa.

 

Cuando el sujeto se despide y su princesa sale a acompañarlo a la salida y el ambiente se llena de un extraordinario silencio, el desarrollo de su percepción extrasensorial le indicará que es hora de regar el jardín, acomodar su auto en la cochera, buscar la monedita que se le cayó en la entrada o simplemente verificar lo hermoso que se ven las estrellas en una noche como esa.

 

Como podrá observar, ser suegro, también tiene sus bemoles. Finalmente, a usted le queda una esperanza: pedirle a Dios, hacer penitencia, aplicar silicio y ayunar 40 días y 40 noches, para que su hija ponga a prueba todas las cosas buenas y bellas que usted le enseñó alguna vez.

 

 



Oaxaca sin educación

 
Su triste realidad

 

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Diciembre / 2007

 

Siempre que, sin querer queriendo, hago referencia a la educación en el estado de Oaxaca, se me revuelve el estomago, no lo puedo evitar, y es que no le veo salida.  Hay dos factores básicos en este renglón, el que recibe la enseñanza y el que la imparte.  El primero lo integran los estudiantes, niños y jóvenes que asisten a las aulas ávidos de aprender.  El segundo, lo integran los maestros que se supone que deben de asistir a las aulas a impartir la enseñanza, esa que esperan con avidez los primeros.  Pero resulta que no es así, ya que los segundos, que supuestamente estudiaron para enseñar, tal parece que estudiaron para energúmenos, pues a eso se dedican, y lo hacen requetebién.  ¡Y claro!, la educación de los niños y jóvenes anda por el callejón de la amargura.

El documento Panorama de la Educación 2007, publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), señala que en México se han aumentado los recursos destinados a la educación en un 1% del PIB entre 1995 y 2004, para alcanzar un nivel de 6.4% del total, lo que quiere decir que, en promedio, comparativamente México invierte más en educación que 29 de los países más ricos del mundo, por encima, por ejemplo, de Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón, Corea o Finlandia. Estas cifras, sin embargo, necesitan ser analizadas en su justa dimensión.  Los recursos asignados por el gobierno mexicano, a través de la SEP, no se aprovechan plenamente porque casi 90% de esos recursos se destinan al pago de salarios de los maestros, lo cual no necesariamente quiere decir que nuestros mentores sean ricos.

Los recursos asignados por el gobierno mexicano, a través de la SEP, no se aprovechan plenamente porque casi 90% de esos recursos se destinan al pago de salarios de los maestros, lo cual no necesariamente quiere decir que nuestros mentores sean ricos.

El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), se lleva una buena parte de estos recursos -aunque oficialmente no se ha revelado la cantidad que pagan los maestros por concepto de cuotas sindicales, se calcula que están entre los ¡1500 y los 2 mil millones de pesos al año!- que podrían ser utilizados en la superación profesional del magisterio. Lamentablemente no es así.

Los datos de OCDE hacen comparaciones que no consideran las desigualdades entre uno y otro país. El promedio de inversión en educación de los países miembros de la organización, que es de 5.8% de su PIB, hace pensar que en México se invierte más. Sin embargo, no es lo mismo un punto del PIB en Estados Unidos o en Alemania que en nuestro país.

 

La educación tradicional

Otro de los problemas que se deben superar en el sistema educativo nacional tiene que ver con el modelo pedagógico tradicional: los esfuerzos llevados a cabo por la Secretaría de Educación Pública en los últimos nueve meses buscan trascender la visión cuantitativa de la educación, que tiene en la noción del Estado-educador de los años treinta su propuesta de expansión a nivel nacional, sobre la base del esquema maestro-pizarrón-alumno, y se ha abocado mucho más a lo cuantitativo, lo cual, a lo largo del tiempo, ha funcionado para abatir los graves niveles de analfabetismo en nuestro país, pero le ha faltado calidad.

Aún cuando el aseguramiento de la cobertura educativa en México es un problema que no se debe perder de vista, es necesario plantear nuevas formas de enseñanza que incorporen avances tecnológicos y nuevas técnicas didácticas que logren elevar -junto con la actualización y mejoramiento de los contenidos académicos- la calidad de la educación, a fin de disminuir la enorme brecha entre la educación privada y la pública.

Por ello, es necesario y urgente, como plantea la Secretaria Josefina Vázquez Mota, profundizar en el análisis de las condiciones del sistema educativo nacional para erradicar vicios, superar obstáculos y atender en serio el problema educativo. En este reto se debe ser firme en el propósito. Recordemos que, por ejemplo, el programa Enciclomedia, con todo y las críticas que se han generado a su alrededor por considerarse obra del sexenio pasado, ha demostrado ser una herramienta valiosa como una nueva forma de aprendizaje. Se debe mantener y apoyar lo bueno y eliminar lo que signifique un obstáculo.

La prueba ENLACE ha sido un intento de diagnóstico realista de la situación de la educación en nuestro país, y así se debería entender. Las propuestas de solución han de diseñarse a partir de diagnósticos reales, y así lo ha entendido el actual gobierno. El objetivo de elevar la cobertura y la calidad de la educación no sólo es cuestión de recursos, sino de creatividad, de inteligencia y de voluntad política para corresponsabilizar a los padres de familia, hacer participar más a los maestros y acotar al sindicato en lo que obstaculiza la educación.

Mejorar la educación de nuestros niños y jóvenes es posible si se complementan los esfuerzos gubernamentales y los del magisterio, democratizando y transparentando sus recursos, implementando nuevos esquemas de financiamiento privado de la educación, garantizando al mismo tiempo que la excelencia académica -de la que orgullosamente hemos visto ejemplos últimamente en algunos jóvenes-, el apoyo con becas, ayuda y seguimiento para talentos especiales y, al término de los estudios, oportunidades de empleo gracias a la buena educación.

Existen obstáculos históricos que no son atribuibles a la gestión del gobierno actual. La transformación educativa en México pasa, necesariamente, por la democracia sindical, pero también la educación es un derecho, y otorgarla con suficiencia y calidad es una obligación que comparten la sociedad y el Estado. No debemos perder esto de vista.

Pero lo que no se puede creer, vamos ni tolerar, es que, visto el panorama aquí presentado, haya maestros, como los de la CNTE que lejos de colaborar para construir y dignificar su profesión –considerada en todo el mundo dentro de las de excelencia--  se dedican precisamente a lo contrarios: destruir y degradar.  Dicen que "pelean por sus derechos" y se olvidan del DERECHO QUE TIENEN LOS NIÑOS Y JÓVENES DE NUESTRA PATRIA A RECIBIR UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD.  Además, como dijo Querien Vangal: "La educación es el fundamento de la construcción y elevación moral de los pueblos".  Así pues, vamos bien; pero como dice Vicencio: "para abajo".

 

 



Los juegos de azar

 

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Diciembre / 2007

 

Desde que se ha permitido el juego en algunos países, éste se ha convertido en un vicio nacional. La ludopatía es una enfermedad social. Lo que se gasta en juegos de azar en un año es una atrocidad. España es el país del mundo que más gasta en juegos de azar, por persona, después de Filipinas.

 

De acuerdo al Manual Diagnóstico y Estadística de los trastornos mentales de la American Psychiatric Association: "La sintomatología esencial de este trastorno consiste en un fracaso crónico y progresivo en resistir los impulsos a jugar y en la aparición de una conducta de juego que compromete, rompe o lesiona los objetivos personales, familiares o vocacionales" (...) "Los problemas característicos suponen un aumento extraordinario de las deudas personales e incapacidad consiguiente para pagarlas y hacer frente a otras responsabilidades financieras, con lo que se alteran las relaciones familiares y la atención al trabajo, recurriendo a actividades financieras ilegales para poder pagar".

 

Estamos, pues, ante una enfermedad mental de carácter social. El juego patológico, al igual que el resto de conductas adictivas o dependientes, genera una situación problema con importantes implicaciones sociales.

 

La capacidad del jugador para el desenvolvimiento normal de su vida diaria se ve gravemente afectada, de tal manera, que se presentan alteraciones en las relaciones familiares, irregularidades en el trabajo y actividades financieras ilegales.

 

En mayor o menor grado, la desestructuración familiar está presente en el entorno de los jugadores patológicos, que se traducen en un deterioro progresivo de la convivencia, no sólo conyugal, sino también paterno-filial. Esto puede verse agravado por problemas de índole económica que aparecen en no pocos casos. Sin olvidar que un entorno conflictivo no es el lugar más adecuado para la formación en los valores humanos y cristianos de los miembros más jóvenes de la generación.

 

El ámbito laboral es otro espacio social a considerar. Cuando el nivel de adicción al juego es considerable, resulta fácil encontrar excusas para distraer parte del tiempo que debería dedicarse al trabajo, o simplemente, el estado anímico del sujeto le impide desarrollar su labor de manera satisfactoria y algo puede empezar a fallar. La situación puede complicarse si se delinque, accediendo de manera ilegal a bienes económicos de la empresa, o de clientes. Aparecen los problemas legales e incluso el despido laboral.

 

No podemos olvidar al ama de casa. La mujer jugadora que se dedica a las tareas domésticas también tiene su ámbito laboral: el hogar. Normalmente, el ama de casa está sola, los niños en el colegio, el marido en el trabajo... ¿quién le impide entonces dar una escapadita al bingo o a las máquinas de azar? ¿O la ciberadicción a jugar en la red?

 

Puede que no emplee grandes sumas de dinero, pero tendrá que hacer verdaderas maravillas para tener el trabajo a punto. El deterioro de la economía doméstica, las tensiones en el seno de la familia, discusiones, etc., terminan por desestabilizar la convivencia.

 

Respecto al ámbito grupal-relacional, es factible que sea afectado en un sentido u otro. No es raro que el jugador pida prestado dinero. Así es que los amigos pasan a ocupar el status de acreedores, por lo que se procura evitarlos, sobre todo, si las posibilidades de devolver el préstamo son escasas o nulas.

 

El jugador patológico no es un jugador social. Generalmente juega siempre solo. Por otra parte, cada vez emplea más tiempo en el juego, y consecuencia de ello es un aislamiento social cada vez mayor.

 

En definitiva, la vida del jugador patológico pierde calidad, abarcando un amplio espectro: desde el grave deterioro de la convivencia familiar, hasta el desarraigo familiar, laboral y social, que ya supone una verdadera marginación.

 

El juego en sí, no es nocivo. Resulta evidente que la actividad lúdica es importante para el equilibrio emocional del ser humano: el juego infantil, en su concepción evolutiva, los juegos de pasatiempos que favorecen la interacción social.

 

En virtud de la justicia social, gastar el dinero irresponsablemente es moralmente inaceptable. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2413) que:

 

Los juegos de azar (de cartas, etc.) o las apuestas no son en sí mismos contrarios a la justicia. No obstante, resultan moralmente inaceptables cuando privan a la persona de lo que le es necesario para atender a sus necesidades o las de los demás. La pasión del juego corre peligro de convertirse en una grave servidumbre. Apostar injustamente o hacer trampas en los juegos constituye una materia grave, a no ser que el daño infligido sea tan leve que quien lo padece no pueda razonablemente considerarlo significativo.

 

La utilización de los juegos de azar o de apuestas en sí misma, no es inmoral. Sí lo es, el uso inadecuado de los mismos. Son actividades que necesitan de un riesgo, normalmente económico y es en ellas donde las personas que presentan conducta dependiente o adictiva, no tóxica, encuentran su infierno particular.

 

Hay personas que se gastan en el bingo lo que necesitan en su casa. Esto es una inmoralidad. Y si lo que gastan es lo que les sobra, que lo den de limosna a personas que lo necesiten. Pero el dinero no es para jugárselo a no ser que sea en pequeñas cantidades, aunque el juego es un vicio en el que se empieza por cantidades pequeñas y a veces se termina jugándose lo inconcebible. La ludopatía (adicción al juego) es un problema tan grave como las drogas. Los ludópatas experimentan una necesidad de jugar como la que tiene un heroinómano de pincharse. Es una enfermedad que esclaviza.



La vida humana es sagrada

Fuente: I Congreso pro Vida y Familia, Ecuador 2007

Recopiló: Querien Vangal

 

«El evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. Acogido con amor cada día por la Iglesia, es anunciado con intrépida fidelidad como buena noticia a los hombres de todas las épocas y culturas» (Evangelium vitae, n. 1).


I. Urgencia de la pastoral familiar en la situación actual

 

No me avergüenzo del Evangelio, que es poder de Dios para la salvación de todo el que cree". Así se expresa el Apóstol de las gentes al comprobar la incomprensión con la que se recibían sus palabras en un mundo alejado del mensaje de Dios. Los obispos nos vemos en la necesidad de repetir con firmeza esta afirmación de San Pablo al plantearnos en la actualidad la misión de anunciar a todos el Evangelio sobre el matrimonio y la familia. Se requiere la valentía propia de la vocación apostólica para anunciar una verdad del hombre que muchos no quieren escuchar. Es necesario vencer la dificultad de un temor al rechazo para responder con una convicción profunda a los que se erigen a sí mismos como los "poderosos" de un mundo al cual quieren dirigir según su propia voluntad e intereses. El amor a los hombres nos impele a acercarles a Jesucristo, el único Salvador.

 

Se trata de vivir el arrojo de no adaptarse a unas convenciones externas de lo que se viene a llamar "políticamente correcto"; de que todo cristiano sea capaz de poder hablar como un ciudadano libre al que todos deben escuchar con respeto. Sólo así, en este ámbito específico de la relación hombre-mujer, podremos "dar razón de nuestra esperanza a todo el que nos la pidiere". Esto supone vivir con radicalidad la libertad profunda de los hijos de Dios, buscar la verdad más allá de las redes que tienden los sofistas de cada época que se adaptan exclusivamente al aplauso social.

 

El Apóstol siente en su propia carne la fuerza de la acusación de "necedad" con la que la cultura de su época calificaba su mensaje, pero gusta en cambio la "fuerza de Dios" contenida en su predicación. Vive así en toda su intensidad la contradicción entre la Palabra de Dios y cierta sabiduría de su tiempo, y atribuye con certeza el motivo de tal desencuentro a un radical "desconocimiento de Dios" propio de un mundo pagano que ignora lo más fundamental de la vida y el destino de los hombres. Con una aguda comprensión de la interioridad humana, San Pablo no describe esta ignorancia como un problema meramente intelectual, sino ante todo como una auténtica herida en el centro del hombre, como "un oscurecimiento del corazón". El hombre, cuando se separa de Dios, se desconoce a sí mismo.

 

El Apóstol responde así con la luz del Evangelio ante un ambiente cultural que ignora la verdad de Dios y que, en consecuencia, busca justificar las obras que proceden de sus desviados deseos. Con ello advierte también a las comunidades cristianas para que no sucumban a las seducciones de un estilo de vida que les apartaría de la vocación a la que han sido llamados por Dios. Es una constante en sus escritos, donde exhorta a los cristianos a no dejarse engañar ante determinadas fascinaciones ofrecidas con todo su atractivo por una cultura pagana dominante.

Todo ello lo realiza desde la visión profunda del "poder de Dios" que es "salvación para los que creen"; desde un plan de salvación que obra en este mundo y que cambia la vida de las personas y que alcanza de distinto modo a todos los hombres cuando se acepta en la "obediencia de la fe".

 

La Iglesia en América Latina ha de saber vivir esa realidad en nuestros días, en el momento en el que el anuncio del Evangelio sufre un formidable desafío por parte de la cultura dominante. Una cultura surgida de un planteamiento que ignora el valor trascendente de la persona humana y exalta una libertad falsa y sin límites que se vuelve siempre contra el hombre.

 

Se trata de una sociedad -paradójicamente en los países más desarrollados- que se declara a sí misma como postcristiana, y que va adquiriendo progresivamente unas características del todo paganas. Esto es, una sociedad en la que la sola mención al cristianismo se valora negativamente como algo sin vigencia que recordaría tiempos felizmente superados.

 

El problema de fondo es, una vez más, el olvido de un Dios único en una cultura en la que la simple referencia a lo divino deja de ser un elemento significativo para la vida cotidiana de los hombres y queda simplemente como una posibilidad dejada a la opción subjetiva de cada hombre. Esto construye una convivencia social privada de valores trascendentes y que, por consiguiente, reduce su horizonte a la mera distribución de los bienes materiales, dentro de un sistema de relaciones cerrado al misterio y a las preguntas últimas. En este sentido, el Magisterio de la Iglesia ha manifestado repetidas veces los peligros que emanan de este modo de ordenar la sociedad que, tras un relativismo en lo moral, esconde el totalitarismo de determinadas ideologías propugnado por aquellos que dominan los poderes fácticos.

 

Al respecto, recuerdo las palabras pronunciadas en la Basílica de San Pedro en la homilía de la Misa Pro Eligiendo Pontífice, por el entonces Cardenal Decano del Colegio Cardenalicio, Joseph Ratzinger: "una fe "adulta" no es la que "sigue las olas de la moda" sino la que está "profundamente radicada en la amistad de Cristo", "tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, viene constantemente etiquetado como fundamentalismo. Mientras el relativismo, es decir el dejarse llevar 'de aquí hacia allá por cualquier tipo de doctrina', aparece como la única aproximación a la altura de los tiempos modernos. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida solo el propio yo y sus ganas".

 

El Cardenal hizo esta reflexión tras constatar las olas de las corrientes ideológicas y modos de pensar de las últimas décadas por las que "la pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos ha sido no raramente agitada" e, incluso, "botada de un extremo al otro". "Del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo y así en adelante. Cada día nacen nuevas sectas y se realiza cuanto dice San Pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia que tiende a arrastrar hacia el error".

 

Por eso, las realidades humanas más elementales que están vinculadas a la conformación de una vida y al sentido de la misma quedan en muchos casos vacías de contenido. Así se aboca al hombre al nihilismo y la desesperanza ante el futuro que se extienden como fantasmas en todos los ambientes de la sociedad. Son un auténtico cáncer que "aun antes de estar en contraste con las exigencias y los contenidos de la palabra de Dios, niega la humanidad del hombre y su misma identidad".

 

Ante esta situación contradictoria hay que afirmar con Juan Pablo II que: "la Iglesia…, en todos sus estamentos, ha de proponer con fidelidad la verdad sobre el matrimonio y la familia". No pocas veces ante el desafío implacable de la cultura dominante en lo referente a este tema vital, muchos cristianos, incluso algunos Pastores, sólo han sabido responder con el silencio, o incluso han promovido ilusamente una adaptación a las costumbres y valores culturales vigentes sin un adecuado discernimiento de lo genuinamente humano y cristiano. En la actualidad, tras la calidad y cantidad de doctrina actualizada en este tema y la llamada imperiosa a la evangelización de las familias, tal silencio o desorientación no puede sino calificarse como culpable.


II. Alzar la voz para desenmascarar la situación actual

 

La Iglesia, cuya misión comienza con el anuncio íntegro del Evangelio, tiene como fin hacer vida aquello que anuncia. No sólo debe saber presentar de un modo creíble y cercano el tesoro de gracia que ha recibido, sino custodiar su crecimiento como el testimonio más verdadero de la presencia de Dios en este mundo. El Evangelio del matrimonio y la familia no tiene como término su predicación, se dirige necesariamente a fomentar la vida en Cristo de los matrimonios y las familias que conforman la Iglesia de Cristo. Es en ellas donde la Comunidad eclesial se comprende a sí misma como la gran familia de los hijos de Dios.

 

Por esta misión divina recibida de Cristo, la Iglesia en América Latina se plantea su propia responsabilidad ante todos los matrimonios y familias de nuestros países. Esto supone, en primer lugar, ser consciente de las dificultades y preocupaciones que les asaltan, así como las presiones y mensajes falsos, o al menos ambiguos, que reciben. Por eso mismo, es necesario alzar la voz para desenmascarar determinadas interpretaciones que pretenden marginar la verdad del Evangelio al presentarla como culturalmente superada o inadecuada para los problemas de nuestra época y que proponen a su vez una pretendida liberación que vacía de sentido la sexualidad.


III. El valor sagrado de la vida humana

 

En continuidad con las enseñanzas de los Romanos Pontífices, nosotros, los Obispos pastores del "Pueblo de la Vida", damos gracias a Dios Padre por el don de la vida. En la plenitud de los tiempos nos envió a su Hijo nacido de la Virgen María, para que los hombres tengamos vida en abundancia; una "vida nueva y eterna, que consiste en la comunión con el Padre, a la que todo hombre está llamado gratuitamente en el Hijo por obra del Espíritu Santificador".

 

"¡He querido un varón por el favor de Dios"!. Es la exclamación de la primera madre al comprobar la nueva vida como un don de Dios, que confía al hijo en sus manos. En esta experiencia de la transmisión de la vida se ilumina el hecho fundamental de la existencia: se percibe una relación específica con Dios y el valor sagrado de la vida humana. "El origen del hombre no se debe sólo a las leyes de la biología, sino directamente a la voluntad creadora de Dios". Es el comienzo de la vocación al amor que nace del amor de Dios, y es "la mayor de las bendiciones divinas". Por ello, el hijo sólo debe ser recibido como don. Únicamente de esa manera se le da el trato que le es debido como persona, más allá del deseo subjetivo, al recibirlo gratuita y desinteresadamente. Sólo el acto conyugal es el lugar adecuado para la transmisión de la vida, acorde con la dignidad del hijo, don y fruto del amor.

 

Los que creen en su nombre "no han nacido ni de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios". Aquí está la revelación última del valor de la vida humana como la participación de la vida divina en Jesucristo, por obra del Espíritu Santo. El hijo no es sólo un don para los padres, sino que es un modo nuevo de recibir al mismo Cristo en la familia. Sólo esta visión permite comprender de modo completo la acción del Dios "vivificante" en la familia.

 

Universalmente, todas las culturas han reconocido el valor y la dignidad de la vida humana. El precepto de "no matarás", que custodia el don de la vida humana, es una norma que toda cultura sana ha reconocido como principio fundamental. El derecho a la vida y el respeto a la dignidad de la persona son valores que la Declaración Universal de los Derechos Humanos propone como fundamento para la convivencia.

 

Este reconocimiento universal encuentra su plena confirmación en la revelación del Evangelio de la vida con el misterio de Cristo. La vida humana, don precioso de Dios, es sagrada e inviolable. "La vida humana es sagrada porque desde su inicio comporta la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término. Nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente". Por ello, todo atentado contra la vida del hombre es también un atentado contra la razón, contra la justicia y constituye una grave ofensa a Dios.

 

Al respecto el Papa Benedicto XVI pide "que crezca el respeto al carácter sagrado de la vida" y que "aumente el número de quienes contribuyen a realizar en el mundo la civilización del amor". Y también invita a los fieles a mantener "un esfuerzo constante en favor de la vida y la institución familiar para que nuestras comunidades sean un lugar de encuentro y esperanza donde se renueve, a pesar de tantas dificultades, un gran "sí" al amor auténtico y a la realidad del hombre y la familia según el proyecto originario de Dios".

 

"Jesús dijo: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás...". Precisamente éste es el primer precepto del Decálogo que Jesús recuerda al Joven que pregunta qué mandamientos debe observar.

 

El mandamiento de Dios no esta nunca separado de su amor; es siempre un don para el crecimiento y la alegría del hombre. Como tal, constituye un aspecto esencial y un elemento irrenunciable del Evangelio, más aún, es presentado como "evangelio", esto es, buena y gozosa noticia. También el Evangelio de la vida es un gran don de Dios y, al mismo tiempo, una tarea que compromete al hombre.

 

Suscita asombro y gratitud en la persona libre, y requiere ser aceptado, observado y estimado con gran responsabilidad: al darle la vida, Dios exige al hombre que la ame, la respete y la promueva. De este modo, el don se hace mandamiento, y el mandamiento mismo es un don.

 

Como sucede con las cosas, y más aún con la vida, el hombre no es dueño absoluto y árbitro incensurable, sino -y aquí radica su grandeza sin par- que es "administrador del plan establecido por el Creador".

 

La vida se confía al hombre como un tesoro que no se debe malgastar, como un talento a negociar. El hombre debe rendir cuentas de ella a su Señor.

 

"La vida humana es sagrada e inviolable". Con estas palabras la Instrucción Donum vitae expone el contenido central de la revelación de Dios sobre el carácter sagrado e inviolable de la vida humana. En la misma línea el Papa Benedicto XVI, en continuidad con las enseñanzas de sus antecesores, reitera que la "inviolabilidad de la vida humana", que es "sagrada en todas las fases", y auspicia que los progresos de la ciencia respeten el valor de la vida.

 

En efecto la Sagrada Escritura impone al hombre el precepto "no matarás" como mandamiento divino. Este precepto -como ya se ha indicado- se encuentra en el Decálogo, en el núcleo de la Alianza que el Señor establece con el pueblo elegido; pero estaba ya incluido en la alianza originaria de Dios con la humanidad después del castigo purificador del diluvio, provocado por la propagación del pecado y de la violencia.

 

Dios se proclama Señor absoluto de la vida del hombre, creado a su imagen y semejanza. Por tanto, la vida humana tiene un carácter sagrado e inviolable, en el que se refleja la inviolabilidad misma del Creador.

 

Precisamente por esto, Dios se hace juez severo de toda violación del mandamiento "no matarás", que está en la base de la convivencia social. Dios es el defensor del inocente. También de este modo, Dios demuestra que "no se recrea en la destrucción de los vivientes". Sólo Satanás puede gozar con ella: por su envidia la muerte entró en el mundo. Satanás, que es "homicida desde el principio", y también "mentiroso y padre de la mentira", engañando al hombre, lo conduce a los confines del pecado y de la muerte, presentados como logros o frutos de vida.

 

Desde sus inicios, la Tradición viva de la Iglesia -como atestigua la Didaché, el más antiguo escrito no bíblico- repite de forma categórica el mandamiento "no matarás al hijo en el seno de su madre, ni quitarás la vida al recién nacido… mas el camino de la muerte es éste…que no se compadecen del pobre, no sufren por el atribulado, no conocen a su Creador, matadores de sus hijos, corruptores de la imagen de Dios; los que rechazan al necesitado, oprimen al atribulado, abogados de los ricos, jueces injustos de los pobres, pecadores en todo. ¡Ojalá os veáis libres, hijos, de todos estos pecados!".

 

A lo largo del tiempo, la Tradición de la Iglesia siempre ha enseñado unánimemente el valor absoluto y permanente del mandamiento "no matarás". Es sabido que en los primeros siglos el homicidio se consideraba entre los tres pecados más graves -junto con la apostasía y el adulterio- y se exigía una penitencia pública particularmente dura y larga antes que al homicida arrepentido se le concediese el perdón y la readmisión en la comunidad eclesial.

No debe sorprendernos: matar un ser humano, en el que está presente la imagen de Dios, es un pecado particularmente grave. ¡Sólo Dios es dueño de la vida! Desde siempre, sin embargo, ante las múltiples y a menudo dramáticas situaciones que la vida individual y social presenta, la reflexión de los creyentes ha tratado de conocer de forma más completa y profunda lo que prohíbe y prescribe el mandamiento de Dios.

 

IV. La paternidad responsable: los padres, cooperadores del amor de Dios Creador.

 

Mediante la transmisión de la vida, los esposos realizan la bendición original del Creador y transmiten la imagen divina de persona a persona, a lo largo de la historia. En consecuencia, son responsables ante Dios de esta tarea, que no es una misión que quede en esta tierra sino que apunta más allá. De ahí deriva la grandeza y la dignidad, y también la responsabilidad de la paternidad y maternidad humanas.

 

Dado que el amor de los esposos es una participación en el misterio de la vida y del amor de Dios, la Iglesia sabe que ha recibido la misión de custodiar y proteger la dignidad del matrimonio y su gravísima responsabilidad en la transmisión de la vida humana.

 

Así nos lo recuerda Juan Pablo II en la Exhort. Apost. Familiaris consortio y en la Carta a las Familias: "este Sagrado Sínodo de Obispos, reunido en la unidad de la fe con el sucesor de Pedro, mantiene firmemente lo propuesto en el Concilio Vaticano II (Gaudium et spes) y después en la Encíclica Humanae vitae, que el amor conyugal debe ser plenamente humano, exclusivo y abierto a una nueva vida. Y últimamente se pronunció al respecto el Papa Benedicto XVI en el V Encuentro Mundial de las familias celebrado en julio del 2005 en Valencia-España.

 

"La unión 'en una sola carne' es una unión dinámica, no cerrada en sí misma, ya que se prolonga en la fecundidad. La unión de los esposos y la transmisión de la vida implican una sola realidad en el dinamismo del amor, no dos, y por ello no son separables, como si se pudiera elegir una u otra sin que el significado humano del amor conyugal quedase alterado".

 

De esta unión los esposos son intérpretes, no árbitros, pues es una verdad propia del significado de la sexualidad, anterior, por tanto, a la elección humana. Para el adecuado conocimiento de esto no basta una mera información de la doctrina de la Iglesia, sino una autentica formación moral, afectiva y sexual que incluya el dominio de sí por la virtud de la castidad. Por esta virtud, la persona es capaz de captar el significado pleno de su entrega corporal abierta a una fecundidad.

 

Por eso, a la luz de la validez de la verdad de la inseparabilidad de los significados unitivo y procreador de todo acto conyugal, los esposos han de saber discernir en una decisión ponderada, conjunta y ante Dios, la conveniencia del nacimiento de un nuevo hijo o, por graves motivos, la de espaciar tal nacimiento mediante la abstinencia en los períodos genésicos. Esta tarea es lo que se denomina paternidad responsable, que conlleva el conocimiento, la admiración y el respeto de la fertilidad combinada de hombre y mujer como obra del Creador. Tal decisión debe estar siempre iluminada por la fe y con una conciencia rectamente formada. Se ha de cuidar con delicadeza los casos en que existan criterios dispares dentro del matrimonio y una de las partes sufra la imposición de la otra.

 

Dada la extensión de una mentalidad anticonceptiva que llena de temor a los esposos, cerrándoles a la acogida de los hijos, no puede faltarles el ánimo y el apoyo de la comunidad eclesial. Es más, debe ser un contenido siempre presente en los cursos prematrimoniales, en donde se debe incluir una información sobre los efectos secundarios de los métodos anticonceptivos y los efectos abortivos de algunos de ellos. En los casos en que se requiera, se ha de informar a los esposos del uso terapéutico de algunos fármacos con efectos anticonceptivos, e igualmente alertar sobre la extensión indiscriminada en la práctica médica de la esterilización. Se ha de formar al profesional de la salud en su tarea de servicio a la familia y no de imposición de criterios de efectividad, incluso con el recurso de amedrentar a las familias ante la fertilidad. Debe quedar claro que en ningún caso se puede considerar la concepción de un niño como si fuese una especie de enfermedad. La vivencia de la paternidad responsable en el matrimonio cristiano ha de estar imbuida de confianza en Dios providente.


V. La preparación al matrimonio

 

Las graves dificultades que encuentra una persona para constituir su matrimonio y llevar adelante su familia, la extensión de los fracasos matrimoniales y las secuelas de dolor que dejan en tantas personas -en especial las más inocentes: los niños- nos manifiesta la gran necesidad de preparar a las personas para afrontar, con la gracia de Dios y la disposición propia, esta tarea peculiar que han de vivir en la Iglesia. Las carencias de las personas al acceder al matrimonio son también manifestación de una inadecuada preparación por parte de la acción pastoral de la Iglesia, que no ha llegado a responder a las exigencias propias de su misión. Por todo ello, la pastoral de preparación al matrimonio es, en la actualidad, más urgente y necesaria que nunca.

 

La primera y fundamental pastoral familiar es la que realizan las propias familias, pues, en su seno, el ser humano se va desarrollando y se hace capaz de intervenir en la sociedad. La gran contribución de la familia a la Iglesia y a la sociedad es la formación y madurez de las personas que la componen. En este sentido, la familia es la primera y principal protagonista de la pastoral familiar, el sujeto indispensable e insustituible de esa pastoral. Por eso, la pastoral familiar que se realice desde la comunidad cristiana, consciente de este hecho, debe adaptarse a "los procesos de vida" propios de la familia, en orden a su integración en la iglesia local y en la sociedad.

 

A la familia, en consecuencia, corresponde realizar un cometido propio, original e insustituible en el desarrollo de la sociedad. En la familia nace y a la familia está confiado el crecimiento de cada ser humano. La familia es el lugar natural primero en el que la persona es afirmada como persona, querida por sí misma y de manera gratuita. En la familia, por la serie de relaciones interpersonales que la configuran, la persona es valorada en su irrepetibilidad y singularidad. Es en la familia donde encuentran respuesta algunas de las deformaciones culturales de nuestra sociedad, como el individualismo, el utilitarismo, el hedonismo, laicismo, equidad de género, derechos reproductivos, etc. Tan importante es esta tarea que se puede concluir que la sociedad será lo que sea la familia; y que el resto de las pastorales de la Iglesia tendrán muy escasos frutos en la tarea de evangelizar nuestra sociedad, si no cuentan con la pastoral familiar.

Las ayudas que se deben prestar a las familias son múltiples e importantes desde los ámbitos más variados: psicológico, médico, jurídico, moral, económico, etc. Para una acción eficaz en este campo se ha de contar con servicios específicos entre los cuales se destacan: Centros de Orientación Familiar, los Centros de formación en los métodos naturales de conocimiento de la fertilidad, los Institutos de ciencias y estudios sobre el matrimonio y la familia, y de bioética, etc.

 

Con esta finalidad se promoverá -principalmente en el ámbito diocesano- la creación de estos organismos que, con la competencia necesaria y una clara inspiración cristiana, estén en disposición de ayudar con su asesoramiento para la prevención y solución de los problemas planteados en la pastoral familiar.

 

Se denomina Centros de Orientación Familiar a un servicio especializado de atención integral a los problemas familiares en todas sus dimensiones. Para poder denominarse católico debe inspirarse y ejercer su actividad desde la antropología cristiana y la fidelidad al Magisterio y ser reconocido así por el Obispo de la diócesis. Es un instrumento de suma importancia para la ayuda efectiva a las familias en sus problemas y por ello se recomienda muy especialmente su existencia.

 

La familia es el lugar preferente en el que se recibe y promueve la vida según el proyecto de Dios. La comunidad cristiana debe prestar su colaboración a la familia mediante estructuras y servicios dirigidos directamente a la acogida, defensa, promoción y cuidado de la vida humana. En particular es necesario que existan Centros de ayuda a la vida y Casas o Centros de acogida a la vida. Nacidos directamente de la comunidad cristiana o de otras iniciativas, han de reunir las condiciones para ayudar a las jóvenes y a las parejas en dificultad, ofreciendo no solo razones y convicciones, sino también una asistencia y apoyo concreto y efectivo para superar las dificultades de la acogida de una vida naciente o recién nacida.

 

Al final de este recorrido, en el que hemos analizado la situación actual en la que viven nuestras familias, el valor sagrado de la vida humana y, con renovada esperanza, hemos propuesto un itinerario pastoral para acompañarlas, como pastor de la Iglesia, hacemos nuestra la exhortación del Papa Juan Pablo II:

 

"¡El futuro de la humanidad se fragua en la familia! Por consiguiente es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia.