Por: Querien Vangal
Octubre / 2007
La atracción por el sexo complementario es natural, humana y necesaria. Sucede con fuerza y suele iniciar en la adolescencia… muchos la hemos experimentado. El encuentro con el otro sexo es misterioso: por un lado la atracción es involuntaria, nace de un magnetismo secreto y fuerte, pero al mismo tiempo es una elección ¿Qué hace que nos decidamos por una persona concreta? ¿No es mejor tener varias posibilidades? ¿Por qué tengo que renunciar a los demás si también me gustan?
Todos desde la concepción tenemos un sexo determinado que influye en nuestra existencia tanto interior como exteriormente: nuestra forma de pensar, de sentir, de vestirnos, actuar y por supuesto nuestro cuerpo.
La primera información que tienen nuestros padres sobre nosotros es precisamente esa: si somos niño o niña. El cuerpo lo dice de manera inmediata y de ello derivan muchas cosas, comenzando por el nombre.
En la adolescencia, el cuerpo comienza a cambiar y el físico del sexo complementario: del hombre o de la mujer, se nos revela como algo maravilloso que nos atrae. Esas formas diferentes, esa manera de andar, esos ojos que me miran, la manera de bailar.
No son fortuitas esas diferencias. Justo estamos hechos para acoplarnos, para complementarnos.
En breve tendremos para ti los temas anteriores de ESCUELA PARA PADRES en nuestra nueva página
Entre el hombre y la mujer hay una mutua atracción a la complementariedad. En la adolescencia este primer impacto nos provoca curiosidad, genera anhelos y revela necesidades.
El ser humano no puede ser responsable de lo que siente, es involuntario, se da y por supuesto no es malo. Pero si puede y debe actuar en ocasiones contra lo que siente. Hay quien piensa que la atracción o el deseo son malos… pero no es así y como padres sobre reaccionar logrará que los hijos se alejen y no tengan confianza.
El impulso sexual es algo común a todos los seres humanos y se manifiesta de manera diferente en cada una de las personas. Es parte de nuestra naturaleza, de nuestro ser sexuado que como los imanes nos atrae hacia el sexo complementario
Hay que tomar las cosas con naturalidad, sin escándalos y sin exageraciones.
Hay quien de entrada se toma excesivas familiaridades o llega a confianza desmedida que puede rayar en la falta de respeto. Eso sí depende de nosotros y nos puede causar daño. Una cosa es sentir y otra es consentir.
La primera manifestación de ese impulso sexual es el deseo: esa necesidad de proximidad física. Es una sensación de ansiedad que normalmente cuando se satisface causa placer.
Una mirada, un abrazo o la primera vez que tomas de la mano a alguien puede ser muy especial. Hay quien exagera y quiere placer siempre, a toda costa, placer intenso. Este despertar de los sentidos, este deseo es magnetismo, atrapa y hay quien se refugia en la pornografía, en la imaginación, en la búsqueda de parejas inestables o hasta pagan por es sexo.
Lo maravilloso, no es buscar placer por placer… las caricias involucran a toda la persona, dan seguridad, manifiestan cariño y comunican sentimientos. Por eso es importante que una mamá acaricie a su bebé. El cuerpo que puede parecer simple materia tiene todo un valor trascendente e incluye a la persona entera:
1. Expresa toda su interioridad del ser humano, su parte espiritual, su manera de mirar, de existir, de proceder.
2. Expresa reciprocidad: la feminidad para la masculinidad y viceversa. Nos ayuda a demostrar el amor.
Por eso la sexualidad requiere del cuerpo como manifestación material del amor espiritual. Hay quien rechaza el valor que tiene el cuerpo y desea un amor "angelical" y hay quien desprecia el valor que tiene el espíritu y desea dar rienda suelta al deseo, sin amor, sin compromiso, sin tomar en cuenta a la otra persona.
El impulso sexual va encaminado hacia una persona concreta del sexo complementario y no a quien quiera que se me ponga enfrente. Hay un refrán que dice, burlándose de los hombres que se lanzan con cualquier mujer que "aunque sea escoba, mientras se mueva"…
En la atracción no son dos objetos los que se unen (aunque la fuerza sea como la de los imanes), son personas (unidad de cuerpo y alma) y esta fuerza que los imanta es el amor. Tratarlas como simples objetos de placer hace que las rebajemos y a nosotros nos daña.
El impulso sexual está encaminado básicamente a cultivar el amor entre esposos y a la procreación. La maternidad se dibuja en el cuerpo de la mujer, en sus senos, en su vientre, en la anchura de sus caderas. La paternidad en el hombre, en sus músculos, su virilidad.
En la adolescencia se desarrolla nuestro físico y se revela el del otro sexo: de la mujer o del hombre como algo que me atrae. Sin embargo, lo que en los animales tiene un carácter determinante, en el ser humano es posibilidad, es decir puede decidir, puede pensar si es lo mejor o no, puede actuar o no, y puede amar o no.
La naturaleza le pone límite a los animales: tienen períodos de celo y períodos de reposo, se aparean con su misma especie pero no les importa con quién. En cambio el ser humano es quien pone los límites: cómo, cuándo, con quién.
Por eso Octavio Paz dice que el erotismo es exclusivamente humano: es sexualidad socializada y transfigurada por la imaginación y la voluntad de los hombres. Tiene infinita variedad de formas de manifestarse, invención y variación incesante. El animal no.
Don Juan Tenorio, representa al burlador, apuesto, arrogante, engreído a quien lo único que interesa es incrementar el número de sus conquistas. Vive con el impulso sexual a flor de piel. No busca establecer relaciones duraderas sino satisfacer su deseo. Promete amor y lo único que da son decepciones.
Rubias, morenas, altas o bajas, inteligentes o no da igual. Lo importante es que sea mujer. De todos modos olvidará su cara y su voz en cuanto termine el momento de pasión. No se ha planteado si lastima, simplemente él sigue su vida. Por supuesto que no toca temas profundos, no le interesa establecer una familia, ni tener compañía constante.
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