Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel
Noviembre / 2007
Si estás por adquirir un auto, te diría que lo pienses bien, porque al paso que lleva el aumento de la temperatura en nuestro planeta, lo mejor sería invertir en una lancha. Dios prometió a la humanidad que no habría otro diluvio, pero no menciono que no se podría inundar la tierra de otro modo, como el derretimiento de los polos por ejemplo. Claro que en esta ocasión no creo que sea un castigo divino. Si lo fuera ya lo sabríamos. Habría un pobre Noé en algún rincón de la tierra acosado por los reporteros. De las noticias sobre quién merecería salvarse, mejor ni hablamos...
En fin, recientemente se ha difundido información relevante sobre el calentamiento global y las graves consecuencias que esto conllevaría, pero ¿a qué se debe esto? Expertos en la materia coinciden en que algunas de las actividades realizadas por el hombre tienen un gran impacto (negativo) sobre el proceso de calentamiento.
Algunos gases, como los vapores de agua, el dióxido de carbono (CO 2) y el metano son llamados gases invernadero ya que atrapan el calor del sol en las capas inferiores de la atmósfera. Sin ellos, nuestro planeta se congelaría y no existiría la vida. Sin embargo, a esta concentración natural, sumamos contaminantes que resultan en una acumulación de gases excesiva en la atmósfera. El más importante de los gases producidos por la actividad humana es el CO 2, el cual es liberado cuando se queman materiales que contienen carbono, como el carbón, petróleo o leña. Estos gases permanecen en la atmósfera por más de 100 años, y en los últimos 200 años las concentraciones se han incrementado en un tercio.
Las personas que viven en los países desarrollados contribuyen en un mayor porcentaje al calentamiento global que las personas de los países en desarrollo. En promedio, cada ciudadano de Norteamérica añade 5 toneladas de CO 2 al aire cada año, mientras que un europeo o un japonés contribuye entre 2 y 3 toneladas, un chino 0.6 y un hindú 0.2. Actualmente, más del 90 por ciento del dióxido de carbono presente en la atmósfera ha sido emanado desde Europa y Norte América. A medida que el planeta se calienta, los cascos polares se derriten. Además el calor del sol cuando llega a los polos, es reflejado de nuevo hacia el espacio. Al derretirse los casquetes polares, menor será la cantidad de calor que se refleje, lo que hará que la tierra se caliente aún más.
El calentamiento global también ocasionará que se evapore más agua de los océanos (el vapor de agua actúa como un gas invernadero). Así pues, habrá un mayor calentamiento. Esto contribuye al llamado "efecto amplificador". Según las cifras de la ONU, se prevé que la temperatura media de la superficie del planeta aumente entre 1,4 y 5,8 °C de aquí a 2100, a pesar que los inviernos son más fríos y violentos. Un calentamiento de esta naturaleza, tendría graves efectos sobre el planeta. Mientras se deshielan las capas polares, se elevará el nivel del mar, lo cual hará que se inunden las tierras más bajas, y quizás desaparezcan países completos en el Pacífico (bueno, si no crees que comprar una lancha sea buena idea, tal vez venderlas si lo sea ¿no lo crees?) y afectaran gravemente otros en Asia.
Por otra parte, mientras el balance energético de la atmósfera cambia, habrá cambios drásticos en el clima mundial, ocasionando severas fluctuaciones en la temperatura y la pluviosidad, alterando significativamente las estaciones de cultivos agrícolas. Los desiertos tenderán a expandirse, las arenas del norte de África podrían invadir al Mediterráneo y retornar las tormentas de polvo en el Medio Oeste norteamericano.
¿Qué se ha hecho para combatir este problema? El 11 de diciembre de 1997 los países industrializados se comprometieron, en la ciudad de Kioto (Japón) a ejecutar un conjunto de medidas para reducir los gases de efecto invernadero. Los gobiernos signatarios pactaron reducir en un 5,2% de media las emisiones contaminantes entre 2008 y 2012, tomando como referencia los niveles de 1990. El acuerdo entró en vigor el 16 de febrero de 2005, después de la ratificación por parte de Rusia el 18 de noviembre de 2004. El objetivo principal es disminuir el cambio climático de origen antropogénico cuya base es el efecto invernadero. El Protocolo de Kioto tiene por objeto reducir las emisiones de seis gases provocadores del calentamiento global (dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), además de tres gases industriales fluorados: hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6), en un porcentaje aproximado de un 5%, dentro del periodo que va desde el año 2008 al 2012, en comparación a las emisiones al año 1990. Por ejemplo, si la contaminación de estos gases en el año 1990 alcanzaba el 100%, al término del año 2012 deberá ser del 95%. Es preciso señalar que esto no significa que cada país deba reducir sus emisiones de gases regulados en un 5%, sino que este es un porcentaje a nivel global y, por el contrario, cada país obligado por Kioto tiene sus propios porcentajes de emisión que debe disminuir. Este instrumento se encuentra dentro del marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), suscrita en 1992 dentro de lo que se conoció como la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro. El Protocolo vino a dar fuerza vinculante a lo que en ese entonces no pudo hacer la Convención. Se estableció que el compromiso sería de obligatorio cumplimiento cuando lo ratificasen los países industrializados responsables de, al menos, un 55% de las emisiones de CO2. Con la ratificación de Rusia en Noviembre de 2004, después de conseguir que la Unión Europea pague la reconversión industrial, así como la modernización de sus instalaciones, en especial las petroleras, el protocolo ha entrado en vigor.
Además del cumplimiento que estos países hicieron en cuanto a la emisión de gases de efecto invernadero se promovió también la generación de un desarrollo sostenible, de tal forma que se utilicen también energías no convencionales y así disminuya el calentamiento global que tanto afecta al mundo estos días.
El gobierno de Estados Unidos firmó el acuerdo pero no lo ratificó (ni Bill Clinton, ni George W. Bush), por lo que su adhesión solo fue simbólica hasta el año 2001 en el cual el gobierno de Bush se retiró del Protocolo al considerar que la aplicación del mismo es ineficiente e injusta al involucrar solo a los países industrializados y excluir de las restricciones a algunos de los mayores emisores de gases en vías de desarrollo (China e India en particular), lo cual considera que perjudicaría gravemente la economía estadounidense.
El Protocolo de Kioto es el único mecanismo internacional existente para minimizar el impacto del cambio climático y actualmente lo han ratificado 166 países, entre ellos México, en el año de 1998, bajo el mandato de Ernesto Zedillo. Para lograr la meta de reducción de gases Los bonos de carbono son un mecanismo internacional de descontaminación para reducir las emisiones contaminantes al medio ambiente. El sistema ofrece incentivos económicos para que empresas privadas contribuyan a la mejora de la calidad ambiental y se consiga regular la contaminación generada por sus procesos productivos, considerando el derecho a contaminar como un bien canjeable y con un precio establecido en el mercado. La transacción de los bonos de carbono —un bono de carbono representa el derecho a contaminar emitiendo una tonelada de dióxido de carbono— permite mitigar la generación de gases contaminantes, beneficiando a las empresas que no contaminan o disminuyen la contaminación y haciendo pagar a las que contaminan más de lo permitido.
Los países industrializados están financiando proyectos de captura o abatimiento de estos gases en países en vías de desarrollo, acreditando tales disminuciones y considerándolas como si hubiesen sido hechas en su territorio para cumplir con lo establecido en el protocolo 2. A partir de diciembre, México participa en el mercado internacional de bonos de carbono.
Yo también soy responsable Mis acciones cotidianas también contribuyen al deterioro del medio ambiente, sobre todo cuando las multiplico por los millones de personas que habitamos la Tierra. Es urgente que yo que leo este artículo, tome medidas que promuevan el cuidado de mi país, mi Tierra, la única que tenemos. Es necesario que me responsabilice con acciones sencillas que al convertir en cadena con mi familia, amigos, compañeros de trabajo, empleados, etc. generarán un enorme beneficio para todos. Para lograrlo:
Ø Cuida el agua.
Ø Reduce el uso del automóvil o compártelo con tus amigos, vecinos, compañeros de trabajo, etc.
Ø Utiliza el transporte público y las bicicletas.
Ø Compra artefactos del hogar, tales como refrigeradores y bombillas, que sean más eficientes en el consumo de energía.
Ø Utiliza combustible con menor impacto ecológico (UBA).
Ø Presiona a tus representantes públicos para que mejoren los servicios de transporte colectivo y promuevan el ahorro de energía.
Ø Infórmate sobre actividades que promuevan la mejora de la calidad de aire como las reforestaciones.
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