miércoles, 3 de febrero de 2010

El miedo a la transparencia.

 

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Enero / 2007

 

Es muy cómodo ver la paja en el ojo ajeno
y no ver la viga en el propio

 

Cuando Andrés Manuel López Obrador, estando al frente del gobierno del Distrito Federal, empezó su intensiva campaña para la presidencia de la República, empezaron sus manejos turbios cobijado con su demagógico lema "Primero los Pobres", sus gastos en lo obscurito al tal grado de que se opuso, con su clara posición de no respetar la ley –recordemos que decía que la ley que no fuera a su gusto no la respetaría--, a cumplir con la naciente ley de transparencia.  No acató el mandato de la Asamblea Legislativa para crear el Instituto de Información Pública del Distrito Federal –claro que la Asamblea que era controlada por el PRD cayó cual viles corderitos--, cosa que vino hacer Alejandro Encinas porque no tenía de otra, además de que no tuvo el descaro de su antes jefe.

 

El 10 de enero la comisionada del Instituto de Información Pública del Distrito Federal, María Elena Pérez–Jaén, exigió el padrón de beneficiarios del programa de pensiones a adultos mayores y la información sobre la administración del Fideicomiso para el Mejoramiento de las Vías de Comunicación (FIMEVIC), y recibió la negativa para proporcionar la información solicitada, tanto por parte de la Secretaría de Desarrollo Social del DF que tiene a su cargo el programa de pensionados, el Fideicomiso también le negó la información.

 

Posteriormente, el 22 de enero, el comisionado Salvador Chiprés del propio Instituto, recibió una respuesta negativa sobre una consulta iniciada el cinco de octubre pasado, en relación con 17 auditorias realizadas al FIMEVIC, sobre los segundos pisos viales de Viaducto y Periférico, y recibió otra negativa.

Es importante destacar que el programa de pensionados representa una erogación de aproximadamente tres mil millones de pesos anuales, y que el de los Segundos Pisos pudo haberse elevado a cerca de seis mil millones, durante el tiempo que duró su inacabada construcción, lo que en total puede llegar de 2002 a 2005 a un total aproximado de unos 18 mil millones de pesos.

 

Sin embargo, la oscuridad respecto a esos gastos multimillonarios es casi total, por lo que sólo pueden mencionarse cantidades estimadas que, en buena medida pudieron invertirse o no, de manera jurídicamente correcta o no, a los fines para los que supuestamente debían ser destinados, y la mejor manera de demostrar que en su utilización no hubo malos manejos sería la transparencia y la rendición de cuentas que los encargados de la administración de esos recursos se han negado a hacer de manera sistemática.

 

A partir de las citadas negativas puede suponerse lo peor: que hubo quien se enriqueció enrómeme e ilícitamente con una parte de esos dineros, y que en muy buena medida sirvieron también para pagar los gastos de la campaña a la presidencia del inmediato anterior Jefe de Gobierno del Distrito Federal.

 

Finalmente resulta al menos curioso que algunos medios de comunicación, que se esmeran en ser extremadamente críticos con los gobiernos emanados de Acción Nacional, no lo sean, en casos como el presente, para los dos últimos gobiernos de la Ciudad de México, a pesar de que existen indicios muy claros de malos manejos, tales como los que se aprecian en la oscura contabilidad de los casos señalados.

 

«EL RESPETO A LA LEY ENALTECE NUESTRO ESPÍRITU»
 
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