Enero / 2007
En una época, como la actual, en que, de manera cotidiana, se matan unos a otros en el nombre de Dios, resulta edificante enterarse de todavía existen seres que buscan la unidad entre los seres humanos.
En su tradicional mensaje con motivo de las fiestas, publicado el miércoles 20 de diciembre, reconoce que la situación es dramática: «La ocupación y la privación de la libertad, por un lado, el miedo y la inseguridad, por otro, se mantienen».
«Gaza sigue siendo una gran prisión, un lugar de muerte y de internos disensos palestinos. Incluso niños han sido asesinados», asegura.
«Y, todos, incluida la comunidad internacional, permanecen impotentes para encontrar las verdaderas sendas de paz y de justicia», denuncia.
«El miedo al futuro se extiende a toda la región: Irak, Líbano, Siria, Egipto, Jordania. Para todos, se está jugando el futuro. Con todo esto, el terrorismo mundial encuentra un alimento abundante en todas las llagas abiertas», añade.
«La vida en Belén y en los alrededores ha llegado a ser hoy muy difícil de soportar, a pesar de las numerosas iniciativas de solidaridad provenientes del exterior y del interior».
En esta situación, el patriarca se dirige a todos los palestinos e israelíes, incluidos los soldados y los jefes políticos, para asegurarles que «tienen un potencial de amor, de salvación y de vida».
«Pero para eso, hay que vivir una conversión: de la muerte a la vida, de la visión del otro como enemigo y homicida para verlo como hermano y dador de vida».
En particular, a los jefes políticos les pide escuchar la voz «de los oprimidos en esta tierra santa, la voz de aquellos que han pasado y de aquellos que están amenazados de muerte y humillación, aquellos a quienes ellos piensan que deben imponer la muerte o la humillación para asegurar la seguridad a la otra parte».
«Belén es la ciudad de la paz --afirma--. Y, sin embargo, en estos momentos es, desgraciadamente, exactamente lo contrario: una ciudad de disputa y muerte. La vida y la paz serían, por el contrario, fáciles y posibles, si los responsables tuviesen una voluntad sincera y decidida».
Según Su Beatitud Sabbah, «la salvación está en el acercamiento entre los dos pueblos, no en su separación. Allí está la salvación para los palestinos y para los israelíes, al igual que para toda la región».
«Los dos pueblos son capaces de vivir juntos en paz y tranquilidad. Entonces, la muerte, el homicidio, la venganza, el rechazo y el extremismo desaparecerán poco a poco en la medida en que no encuentren más alimento en la opresión, la ocupación, la pobreza y la humillación».
«La ley disciplina nuestro cotidiano vivir»
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