Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel
Enero / 2007
América Latina se ha despedido de 2006 con muchos cambios. Trece de sus 20 repúblicas tuvieron elecciones presidenciales en un lapso de 373 días. En la única nación que no cuenta con una democracia multipartidaria (Cuba) se ha visto el alejamiento del poder de su presidente (Fidel Castro), quien es, además, el que más tiempo ha llevado en el cargo en la historia del hemisferio. La región se ha ido distanciando del "consenso de Washington" permitiendo que se abra una ola izquierdizante y el advenimiento de distintos modelos nacionales.
Doce elecciones.- El calendario electoral latinoamericano se inició el 27 de noviembre de 2005 con los comicios de Honduras y terminó el 3 de diciembre pasado en Venezuela. De los 12 países que tuvieron comicios generales siete removieron al oficialismo (Honduras, Bolivia, Costa Rica, Haití, Perú, Nicaragua y Ecuador), en tres fueron reelectos sus mandatarios (Uribe en Colombia, Lula en Brasil y Chávez en Venezuela) y en dos el oficialismo se mantuvo de poder, pero renovando a su presidente (Chile y México).
Algo que diferencia estas elecciones con las que se dieron una década y media atrás es que no existe un consenso general entre los candidatos. Este sí existía tras el quiebre de la bipolaridad mundial. Después de 1991 América Latina se alineó con EU en el "consenso de Washington" según el cual el hemisferio tendía a unirse en torno a la liberalización económica y política. La receta que seguían todos los partidos era la de ir hacia economías abiertas que patrocinaran el "libre comercio" manteniéndose una democracia multipartidaria. Sólo Cuba estaba al margen y el Perú, pese al autogolpe de Fujimori, trató de mantenerse en dicho esquema.
Sin embargo, al menos la mitad de los 12 presidentes electos o re-electos cuestiona dicho "consenso". Partidos identificados con la derecha han ganado en apenas tres de las 12 elecciones (Honduras, Colombia y México), mientras que en los nueve restantes hay presidentes que se autoproclaman "socialistas". Esto, aunque hay una gran diferencia entre ellos.
Distintos 'socialismos.- En Costa Rica y Perú fueron electos los presidentes socialdemócratas que las rigieron hasta 1990. Tanto Óscar Arias como Alan García tienen en común reivindicar la figura de Haya de la Torre y de haber sido votados por la derecha contra un outsider anti-TLC (el peruano Ollanta Humala y el tico Ottón Solís). Ellos hoy gobiernan asociados a grandes grupos económicos y siendo campeones del Tratado de Libre Comercio, mientras que la izquierda local les acusa de ser una derecha enmascarada.
La chilena Michelle Bachellet es líder de un Partido Socialista que acepta el modelo económico creado por Pinochet y que promueve TLCs. Ella ha establecido con García un entendimiento programático en el cual ambos regímenes buscan apoyarse.
Frente a estos "socialistas" que gobiernan en alianza con sectores conservadores queda el polo de Chávez y de los tres nuevos presidentes "rojos" (Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua y Rafael Correa en Ecuador), quienes cuentan con la resistencia de Washington.
Mientras los socialdemócratas de Chile, Perú y Costa Rica siguen una senda como la del británico Tony Blair buscando estabilizar la economía monetarista aunque con reformas sociales o democratizantes, los socialistas "anti-imperialistas" hablan de una nueva revolución (llámese "bolivariana" en Venezuela, originaria en Bolivia o "de los ciudadanos" en Ecuador) y de refundar a sus repúblicas mediante una constituyente.
Preval, quien es el único presidente haitiano que ha culminado su mandato constitucional, fue re-electo en medio de una convulsión social. Él es amigo de Castro pero, al mismo tiempo, ha hecho privatizaciones. Pese a su origen izquierdista él trata de llevarse bien con las elites empresariales y EU, un camino que podría querer seguir Ortega.
En Nicaragua Ortega se cuida de provocar a los sectores conservadores a quienes, más bien, trata de cortejar. Días antes de los comicios el sandinismo votó a favor de una de las leyes más antiaborto de la región. Esto, si bien puede haberle enajenado a las feministas, le permitió a Ortega seguir apareciendo como un "moderado" que se ha distanciado de su pasado revolucionario y que no requiere de una alianza de la derecha para frenarlo. Gracias a la división de esta última él pudo ser electo con menos del 40% de los votos.
Lula representa el "medio". Él proviene de los sindicatos y del socialismo, pero busca mantener una buena relación con Bush. Como en Chile, Perú y Costa Rica él cogobierna o pacta con sectores liberales, aunque su estrategia no pasa por un TLC pues él concibe que el gigante brasileño debe ser el eje de un bloque regional autónomo que negocie como tal ante todas las grandes potencias.
La derecha
En los tres países donde hay partidos derechistas que fueron electos la situación más complicada es la de México. Felipe Calderón es el presidente electo con el menor porcentaje de todos los 12 descritos. Es también el único que ha ganado con una diferencia inferior a un punto.
México destaca en la región en ser un caso aislado en el cual hay dos presidentes. El izquierdista Andrés Manuel López Obrador se ha autoproclamado presidente, aunque el poder de facto reconocido por las instituciones, las Fuerzas Armadas y la comunidad internacional lo tiene Calderón. Sin embargo, el hecho de que México tenga dos presidentes podría incubar una tendencia hacia una dualidad de poderes, algo que, a escala local, se ha visto en Oaxaca, donde una "asamblea popular" actúa o actuaba como un Estado paralelo.
En Honduras, los liberales depusieron a los nacionales pero ambos han logrado que ese país se mantenga en el Consenso de Washington.
En Colombia, Uribe fue reelecto con más del 60% de los votos, aunque en medio de una alta abstención. Sin embargo, su gobierno no puede repetir la estrategia con la cual fue electo en 2002. Entonces su meta era erradicar a la guerrilla. Hoy, cuando no ha podido hacer esto, se enfrenta a una situación novedosa. A nivel externo está rodeado de gobiernos zurdos y a nivel interno tiene a la izquierda como su principal oposición legal. De allí su nuevo discurso en pos de un acuerdo con el ELN y las FARC.
Cuba y los nuevos realineamientos.- Para los Castro las elecciones latinoamericanas han sido muy positivas. Tienen en Brasil y Haití dos buenos aliados. Con Chávez, Correa, Morales y Ortega podría querer conformar una suerte de estrella roja de cinco puntas que pudiese ampliar el Tratado de Comercio de los Pueblos.
Cuba, no obstante, no está a favor que esos gobiernos recorran el camino de Salvador Allende. La situación que tuvo Chile en 1970-73 desembocó en un golpe militar. Los Castro conciben que ya no hay que provocar a la "oligarquía" con discursos "marxistas leninistas", patrocinando milicias o consejos de trabajadores y promoviendo nacionalizaciones radicales. Los nuevos gobiernos "rojos" buscan tener parámetros y buscar atraer capitales foráneos. El "revolucionario" Correa incluso acepta mantener el dólar como la moneda oficial de Ecuador.
A pesar de los triunfos externos del castrismo y de que a nivel interno se mantienen sin mayor oposición, un factor negativo que tienen es la enfermedad de Fidel, la misma que está abriendo un proceso de transición del poder, el mismo que inicialmente va a su hermano pero que puede desencadenar nuevos procesos.
Politólogos y analistas insisten en el uso cotidiano de los adjetivos: Izquierda progresista y derecha conservadora, pero ya no se atreven a definirlos. Resulta que lo que antes sustentaban los primeros ahora lo sustentan los segundos y viceversa, ya se acabaron las polémicas por ese motivo ahora son otros motivos, en donde hay más coincidencias que diferencias, pero el caso es que cada facción trata de imponer su voluntad la mayor de las veces sin sustento alguno.
«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»
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